En los 80, viajar desde Santiago a La Serena era una odisea. Hasta ocho horas o más se podía demorar si pa’ malacue se agarraba un camión en una cuesta, cuando la única vía que unía la capital con la ciudad papayera era de ida y vuelta.
Pero desde siempre La Serena ha destacado por la calidad de sus playas, el carrete y, en especial, por la belleza de las mujeres que se dan cita día a día en la tibia arenita.
En un tremendo sacrificio, un equipo cuarteril partió a darse una vueltecita por las playas a ver si encontraba fragatas portuguesas o marejadas. Pero aparte de algunos tiburones de tierra, lo único que pilló eran filetes de primer corte, de esos que dejan con dolor de muela y le engordan el nervio óptico.
De Argentina, de Brasil, de Santiago, y de la misma capital mundial de la papaya eran las linduras que fueron captadas por el lente pop. Si aún no se ha ido de vacaciones, acá le damos razones más que suficientes para pescar la zunga de leopardo y partir a La Serena.