El pobre teclito Carlos Salcedo Salcedo, de 84 pepas, siente que una verdadera maldición lo persigue: Su casa se ha quemado tres veces.
Carlos ha quedado de brazos cruzados y mirando cómo su humilde rancha en calle Los Acacios, en el sector de Isla Andalién, Región de Bío Bío, es devorada por las llamas.
"Yo tenía de todo en mi casa y ahora, imagínese, los pantalones que estoy usando no me los puedo abrochar, porque son demasiado chicos y así me da vergüenza salir a trabajar.", relató a La Cuarta el nonito.
Pero su vida durante el día no es más desgraciada que los momentos que pasa por la noche. "Lo único que tengo para taparme es un chaleco de lana y un abrigo y con los calores que hacen me despierto transpirando. Es terrible, mijito", agregó Carloncho.
Cada vez que las llamas han devorado su humilde rancha, los recuerdos de su larga vida pasan ante sus ojos.
Don Carlos se acuerda de sus días de carabinero y de cómo fue dado de baja en plena dictadura por ayudar a un hijo que los servicios de inteligencia de la época buscaban con frenesí.
El hombre también llora al recordar que enviudó en 1974 y cómo su vida perdió total sentido a pesar de que ya tiene seis hijos que lo ayudan como pueden.
El tatita quiere puro que esta maldición se acabe. "Yo tomo las precauciones pero siempre pasa algo. Una vez fue por un brasero que se quemó, otra por unas chispas que saltaron a unos papeles. A veces pienso que en el próximo incendio el mandinga me llevará con él. Ojalá la Muni pueda ayudarme con una mediagua porque en verdad estoy desesperado", relató el desafortunado abuelito.