El lado oscuro de los fuegos artificiales es aquel que, según los expertos, puede provocar estrés y problemas auditivos a los mascotas. Los canarios la pasan pésimo, incluso pueden cambiar de color por efecto de la infartante experiencia o enmudecer para siempre como tortuga de agua.
El ruido es el peor enemigo de nuestros hermanos menores. El veterinario Antonio Ramírez explicó que los perros más damnificados por la tronadura "son los falderos como los poodle, cocker o salchichas. Ellos se estresan más que los de razas más grandes. Yo tengo un pitbull y un rottweiler y sólo ladran".
El especialista perruno le recomendó a los dueños que para prevenir episodios dolorosos, lo mejor es administrarle a las víctimas calmantes en gotitas poco antes que comience el Apocalipsis de explosiones y estallidos multicolores.
Especialistas gringos aseguran que este tipo de estruendo incluso deja con los nervios de punta a los peces y mamíferos acuáticos. Los jureles, merluzas y viejas huyen de estas fiestocas como si se trataran de batallas navales. Las ballenas también resultan afectadas, aunque no se les nota porque son muy estoicas.
Al parecer el único que se divierte, y no resulta dañado con este tipo de espectáculo es el "monstruo" de Viña del Mar, y los cientos de miles de chilenos que se dan cita al borde del océano o bajo la torre Entel para ver reflejado en el cielo lo más parecido, e inocuo, que existe de lo que podría ser el Fin del Mundo a todo color. Para consuelo de los animales, sólo hay Año Nuevo una vez cada 365 días.