El sargento segundo de gendarmería, Héctor Palma Silva, está recluido en la escuela de formación de su institución desde el 22 de junio, mientras se investiga su responsabilidad en la tortura que un grupo de internos de "Santiago 1" le realizó a dos de los cuatro ecuatorianos que confesaron el crimen de a Margarita Ancacoy (41).
La agresión se conoció por dos videos que registraron el tormento al que fueron sometido, y en Chile comenzó una polémica entre las figuras públicas que justificaron la acción y quienes la condenan.
Dirigentes de Gendarmería han solidarizado con el funcionario y manifestaron su intención de realizar un paro nacional, mientras que Palma ayer hizo pública una carta manuscrita mediante la cual manifestaba su disconformidad con la acusación en su contra, ya que la Fiscalía centro-norte lo responsabilizó de no haber evitado el hecho.
"Son las 3.30 y no puedo dormir, ya que estoy meditando estas situaciones que están pasando… les quiero pedir que no guarden rencor con nadie, aunque todos sabemos que esto que está sucediendo es todo un montaje a mi persona", escribió.
"Nunca en mis 21 años de servicio me he visto involucrado en ningún tipo de violencia y menos de tortura contra internos. En vez que me den una medalla por salvarle la vida a dos internos, estoy privado de libertad", reclamó.
"Las mismas víctimas me daban las gracias, y entiendo también que por escrito declaran que les salvé la vida. Les pido a las autoridades correspondientes que por favor terminen con los engaños, venganza y por sobre todo con las ansias de poder, porque lo único que están haciendo es ensuciar el nombre de nuestra Gendarmería", concluyó.
Hienas
El testigo del homicidio de Margarita Ancacoy fue el trabajador del Club Hípico Jorge Obreque, quien escapó del ataque del grupo de ecuatorianos y vio como los tipos masacraron sin piedad a la funcionaria de la Universidad de Chile.
Ayer tenía previsto declarar en la fiscalía y antes le adelanto a Canal 13 que "eran unas hienas, eran unos salvajes como le pegaban. Yo les rogaba, les suplicaba que no le pegaran más, por favor. ¡Suéltenla, suéltenla!' les gritaba, pero no escucharon".
"En mi reacción, y como los conocía, me saqué el cinturón y los enfrenté. Como que ellos se detuvieron un poco y miro para atrás y viene un compadre con un palo a pegarme. Yo me echo para atrás y ahí es donde aparece el compadre que salió a atajar a la señora y ella arrancó para el medio, cuando yo le gritaba '¡arranque señora, arranque!' No sé si me habrá escuchado la señora, pero ella arrancó para el lado mío", agregó.
Por último, Obreque dijo que estará tranquilo cuando el último del grupo esté preso, ya que según su versión fueron siete los agresores y sólo cuatro están en cana.