Gepetto criollo da la pelea por un museo del juguete

Juan Antonio Santis (48) comenzó a coleccionar juguetes de fabricación chilena hace 12 años y ya tiene más de mil 100 piezas que ha mostrado en varias exposiciones itinerantes.

Lo que más le gusta, al también fabricante de soldaditos de plomo, es instalarse a ver cómo los viejitos miran los juguetes que usaron en su niñez y se emocionan tanto que varias veces han derramado lágrimas de nostalgia.

Entre sus maravillas tiene micros de hojalata, muñecas de loza, peluches, caballitos de madera, triciclos como el que aparecía en el Chavo del 8, autos a pedales, soldaditos de plomo y un montón de tesoros del pasado.

El sueño que Juanito está gestionando hace ocho años es la implementación de un lugar permanente donde exponer, un museo del juguete como según contó hay más de 140 sólo en Europa y otros dos en Latinoamérica.

"Estuve muchos años tratando de conseguir algo por vía estatal, por el Ministerio de Cultura, con municipalidades, y al final sólo me hicieron perder el tiempo", contó.

Chato de la poca bola, el coleccionista está buscando apoyo en el mundo privado y ya tiene conversaciones avanzadas para instalarse en Puerto Montt o Santa Cruz.

"Lo que necesito es un lugar físico, una casa que sea cercana para recibir público, financiamiento para implementar esto y ya tengo un plan de autosustentabilidad para que el museo no genere pérdidas, como la instalación de una cafetería", explicó.

Si el lugar se concreta, una de las clasificaciones de juguetes sería por época de fabricación y materiales que podían ser madera, hojalata y plástico.

"La industria nacional del juguete se acota al siglo pasado porque ahora lo poco y nada que queda son algunos productos plásticos, pero casi el 100% de matriciería es del exterior. No queda diseño nacional", explicó.

La Segunda Guerra Mundial fue responsable del auge de nuestra producción, porque afectó el comercio y varios empresarios chilenos vieron la oportunidad de hacer dinero transformando sus fábricas de envases de hojalata en fábricas de sueños infantiles.

Juan Antonio recolecta sus tesoros en ferias persas de Santiago y Valpo, donde ha encontrado piezas únicas desde cien pesos, pero al principio de su colección él era más amarrete y dejó pasar algunos juguetes que aún le penan como un auto de carrera marca Newman de 50 centímetros con un sistema de cuerda con marcha hacia adelante y atrás que lo ofrecían a 90 mil pesos.

De todos modos, el valor de nuestra producción de juguetes no es tan alta porque no se transan en mercados internacionales ya que no han sido catalogados como los fabricados en Japón, Europa o EE.UU.

Aun así, muchos juguetes chilenos clásicos están en el extranjero y el coleccionista se propuso repatriar la mayor cantidad que le permita su bolsillo. "Hace pocos días encontré en EE.UU. un avión chileno marca Vásquez a la venta en perfecto estado y lo compré en 125 dólares. Ahora busco un trasatlántico que se llevó un francés desde Valparaíso", contó.

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