En la casa del museólogo de la Universidad de Chile Juan Antonio Santis hay soldaditos de plomo, tanques de hojalata, muñecas de trapo y hasta tranvías de la marca Pinocho.
Aunque no faltarán los envidiosos que dirán que se le pasó la mano con el síndrome Peter Pan, su amor por los muñecos lo llena de orgullo.
''Hasta el día de hoy tengo alma de niño. Cuando veo uno, lo compro y luego me pongo en el suelo de mi casa, tirado, a mirarlo'', confesó.
Su cariño por los juguetes lo llevó a tener su propio Museo del Juguete Chileno el 2014, en el Parque Forestal. ''Lamentablemente, falló. Fue algo de espacio, era muy reducido para todo lo que tengo'', relató.
Pero el coleccionista no se bajoneó y salió en busca de auspiciadores. Luego de tocar muchas puertas, al fin lo pescaron.
''Va bien encaminado el proyecto de concretar el museo. Estamos trabajando con la Universidad de Valparaíso. También tengo apoyo de la Dibam. Yo creo que el 2017 ya debería estar funcionando'', señaló.
Un sueño
Juan contó que el 2000 cachó que podía hacer algo más que sólo apilados los juguetes en su casa.
''Hice un doctorado y me di cuenta que no había nada de juguetes chilenos'', aseveró.
El Geppetto criollo, que juró de guata que no tiene ningún muñeco favorito, relató que desde cabro chico es fanático de las maquetas plásticas.
''Luego en la universidad fue un poco más serio y coleccioné soldaditos de plomo. Mi objetivo es que con este museo los niños puedan ver que hay más juguetes que los que superhéroes que salen en las películas'', reflexionó.
Con cariño, recordó que su primer juguetito fue un tanque de hojalata. “A 500 pesos. Ahora ya perdí la cuenta de cuántos tengo. Siempre voy a los persas en busca de nuevos muñecos. Es casi algo patológico”, relató.
Repatriar
Juan confesó que ''ahora trato de comprar uno que está en Colombia. No sé qué hace allá, pero estoy tratando de repatriarlos''.
Santis se imagina cómo será el museo: ''Tendremos no sólo piezas de juguetes. También tendrá fotografías, documentos, planos y prototipos de los muñecos''.
Sobre lo poco que usan los peques los juguetes en la actualidad, el coleccionista criollo es crítico. ''Creo que hemos ido perdiendo identidad. Ya nadie juega con un Condorito. Lo peor es que ni siquiera se le conoce. Lo otro es que el juguete electrónico hace que los niños pierdan la capacidad de jugar. De compartir, hay un gran ostracismo'', concluyó.