Pobre Roberto Carlos. Salió arrancando de Brasil, después que dio chimbombos de jugo junto a Ronaldo en el Corinthians, y ahora que llegó a Rusia lo trataron de mono. Y eso que tiene una cara de alemán, ¿cierto?
El mal rato lo pasó el hombre de la zurda mágica producto de los pasteles hinchas del Zenit de San Petersburgo, que tienen fama de ser más peligrosos que un banco ofreciendo créditos en marzo.
Justamente esa odiosidad se reflejó en el partido del Zenit contra en el Anzhi, club donde juega nuestro compatriota Nicolás Peñailillo y que hace poco se llevó como figura a Roberto Carlos. Aparte de gritarle de todo al brasuca, un desatinado también le ofreció un plátano, lo que causó indignación hasta en la misma dirigencia del Zenit.
De hecho, tras la investigación de rigor, el club dio con el perla y decidió sancionarlo de por vida, por lo que nunca más lo dejarán entrar al estadio. Para que aprendan acá.