Discutir el valor del trabajo y la importancia de la vocación en la representación popular es lo que busca este proyecto. La pregunta es por qué una persona que se saca la cresta trabajando 44 horas a la semana y que gana el sueldo mínimo tiene una diferencia tan alta con quien lo representa desde el Congreso, en este caso 34 veces en el sueldo bruto.
Nosotros ponemos un límite ético, que es 20 veces mayor que el mínimo; aún es un monto alto, pero se acerca en un tramo importante a lo disparado que está el sueldo de los parlamentarios con respecto a los que tienen en otros países y a la realidad local.
Este proyecto reconoce que existe una desigualdad, que si hay que "apretarse el cinturón" tenemos que partir por los escandalosos sueldos que tenemos en tanto representantes.
Hoy, podemos demostrar que el Parlamento es un lugar donde se pueden hacer transformaciones y no uno para mantener los privilegios.
Debemos avanzar
No hay ninguna explicación razonable para que tengamos una remuneración 34 veces mayor y, si hay razones, al menos que estén en el debate, para que los que creen que debe ser más, lo argumenten y lo discutan. Si no se discute es privar a la democracia de un debate que es absolutamente legítimo.
Estoy abierto a que se revisen las remuneraciones de todos los cargos de altos sueldos, pero creo que hay que diferenciar las funciones ejecutivas y las de representación.
Tenemos que partir con el ejemplo, luego discutimos las rentas de todos los altos cargos del aparato público, las que eventualmente se puedan bajar y ajustar, pero debemos avanzar.