“Yo lo único que pedía era que me aclararan la duda, y se armó una polémica que no era mi intención provocar”, recalcó el juez Patricio Souza tras la pelotera que generaron sus cuestionamientos al tufómetro de Manuel Neira.
"Lo que pasa es que antes los alcotest arrojaban cifras muy similares a las alcoholemias. Había una diferencia, pero era menor, de 0,1 a 0,3 gramos por litro de sangre", explicó a La Cuarta el magistrado, cachudo con los 5,0 que marcó el ex futbolista.
“Y lo otro es que hasta hace dos meses nunca se daban rangos tan altos en el alcotest. Las marcas sobre 2,5 eran muy escasas, y encontrar una sobre 3 era prácticamente imposible”, agregó Souza, quien se llevó un raspacachos de la dire del Senda, Francisca Florenzano.
La mandamás del servicio contra las drogas y el copete criticó los comentarios del juez de garantía y catalogó sus dichos como “tremendamente irresponsables”, por lo que quedó la escoba.
A Florenzano le prestó ropa el ministro de Transportes, Pedro Pablo Errázuriz, quien aseguró que su cartera le tenía “total confianza” al aparatito para sapear cufifos.
“Desde la perspectiva judicial lo que vale es la alcoholemia, el alcotest es referencial. Nos parece triste que haya algunos que quieran usar argumentos para intentar desvirtuar algo que ha sido tan exitoso”, sostuvo Errázuriz.
Por su litro, el presidente de la Corte de Apelaciones, Patricio Villarroel, respaldó a su colega Souza, por lo que el atado escaló a un nuevo encontrón entre el Gobierno y el Poder Judicial.
“Al solicitar los jueces una aclaración respecto del resultado del alcotest yo encuentro que está bien, está dentro de sus facultades, porque tienen que investigar con celo no sólo lo que perjudica al imputado, sino lo que le favorece. Hay que determinar con justicia cuál es el grado exacto de alcohol que tenía”, verseó Villarroel.
En su defensa, Souza insistió al diario pop que sin ánimo de polemizar sus dudas permanecen intactas, sobre todo al enterarse que la actriz Daniela Ramírez habría sacado una alcoholemia de 1,6 cuando su alcotest marcó 3,39.
“El fiscal no me pudo explicar si hay un cambio de instrumento, si son distintos, si son mediciones diferentes, y eso no se aclaró”, alegó el juez aún colgado.
Frente a los cuestionamientos a la maquinita, el coronel Víctor Cancino, jefe de la Prefectura de Tránsito y Carreteras, enfatizó que los aparatos se seguirán empleando y que la institución verde siempre está evaluando el funcionamiento de sus elementos.
“Existe la probabilidad que exista algún equipo defectuoso, pero se hacen tantos controles que Carabineros saca de circulación inmediatamente un aparato en el caso que se detectara cualquier desperfecto o desviación que puediera tener uno de éstos”, indicó el oficial.
“Si nosotros detectamos algo somos los primeros en colocar esos aparatos a nueva calibración, a que se arregle y a hacer las verificaciones que correspondan”, agregó el poli.
En tanto, el doctor Juan Carlos Ríos, director ejecutivo del Centro de Investigación Toxicológica de la UC advirtió que no hay que hacerle la desconocida al famoso detector.
“No hay que desvirtuar el alcotest, porque ninguna de las personas estaba sobria. Una actuó erráticamente manejando contra el tránsito y los otros dos chocaron. La máquina estaría mala si le marca ebriedad, que es sobre 0,8 gr/l, a quien no lo está”, observó el experto.
“Que una persona marque 2, 3, 4 ó 5 desde el punto de vista jurídico da lo mismo, porque lo que está penado como ebriedad es sobre 0,8”, apuntó Ríos, quien igual quiere saber por qué hay tanta diferencia.