Hace un año a Laurence Golborne lo conocía su familia, sus ex empleados del retail, los dirigentes de Audax Italiano y su círculo más íntimo. Pocos sabían quién era el ministro de Minería nacido en Maipú y egresado del Instituto Nacional.
Por esos días la Adimark de julio de 2010 lo instalaba con sólo un 16 por ciento de reconocimiento, el más bajo del gabinete.
El 2 de agosto inauguró el mes de la minería con una exposición en su ex colegio, donde criticó que desde que él estudió que no ponían calefacción para combatir el frío.
El 5 de agosto la mina San José cedió y dejó atrapados a los 33 titanes. Laurence Golborne estaba en Ecuador junto al Presidente Piñera, quien lo mandó con viento de cola para hacerse cargo de la situación en Copiapó.
En los 69 días lloró, cantó, caminó más que Kung Fu, comió, tomó mate y se hizo tan famoso que durante estos 365 días llegó a 90 por ciento de apoyo, fue biministro y ahora ya no está en la minería, sino que titanea en Obras Públicas.
A un año de la tragedia, hablamos con el ministro Laurence Golborne para que nos contara cómo ve todo con la distancia que otorga el inexorable paso del tiempo.
- ¿Qué ha cambiado en la minería en este año?
- Desde el punto de vista de la seguridad, en el corto plazo logramos un fortalecimiento del Sernageomin, con Enrique Valdivieso, que ha hecho un muy buen trabajo. También hemos aumentado los fiscalizadores y gracias a eso, llevamos menos de la mitad de accidentes en siete meses, respecto al año pasado en que murieron 45 trabajadores.
- Ahora ya no está en el ministerio...
- Así es, ya no estoy pero en todo este tiempo se elaboró un proyecto intenso en materia de seguridad minera, proyecto que firmó el Presidente y por el cual trabajamos mucho para lograr una institucionalidad minera.
- ¿Y en lo personal? ¿Se le remece el cucharón?
- Por supuesto. Fue una experiencia de vida extraordinaria. Liderar el proceso de rescate es una situación que no olvidaré jamás. Me tocó vivir una experiencia que pocos han vivido en sus vidas y a mí me marcó muchísimo.
- ¿Echa de menos a las familias, a los mineros?
- Tuve mucho contacto con las familias. Los primeros 17 días fueron muy difíciles porque cada día tuvimos una mala noticia. Muchas veces nos decíamos "por qué nos trata mal este cerro de porquería" y sufríamos en carne propia. Cuando los encontramos todo fue distinto, porque teníamos la esperanza de que con esfuerzo los íbamos a rescatar. Rescato la fortaleza y el valor, la fe y la esperanza de las familias que nunca perdieron la fe y la unidad del país que creo fue preciosa y digna de imitar.
- Hace un año no lo conocía nadie... ahora todos los ubican.
- Son las vueltas de la vida que a veces nos sorprenden. Pero es bonito sentir el apoyo de la gente. Da fuerzas para seguir adelante.