(*) ¿Frémito? Ni un 10 por ciento de la población, garantizado (creo...), podría tener en la punta de los labios el significado de este término.
Claro, específico -yo, particularmente, no tenía idea-, pero es común en la práctica de la medicina.
Lo que me suena al dente es la frase "Diga 33''. Le hablo de al menos 50 años para atrás, donde doctores de habla hispana le pedían señalar al paciente este cuarteto de palabras.
El resultado: el frémito bucal, que es la vibración de las paredes torácicas producidas por el sistema broncopulmonar. Ello cuando hablamos, cuando cantamos, cuando gritamos o cuando estamos sujetos a un frío estetoscopio en nuestra espalda para mejorarnos de una enfermiza tos.
De ahí que "El Diga 33'' se hizo famoso; en segunda instancia, eso sí. En primer lugar alude la cifra a la edad de Cristo.
Pero en Chile, el número 33 es sinónimo de mineros, sinónimo de mina San José y sinónimo de la unión de un país que ayudó y que también se aferró a la televisión con la fe de que estos "titanes'' saldrían con vida a 700 metros de profundidad.
Su tragedia les cambió el destino, para bien o para mal, pero de que se les rememorará es imposible decir que no.
En la historia de la televisión, el rescate de los chilenos en Copiapó lo vieron más de 1.300 millones de personas, alcance que sólo, y por poco, fue superado por la muerte del astro del pop Michael Jackson.
Viajamos por todo Chile para saber cómo están cada uno de los protagonistas de esta historia...
(*) Sergio Marabolí, director La Cuarta
Para contarlo 33 veces...
Revisa en nuestra página web y en la edición de papel de La Cuarta las crónicas con las nuevas vidas de los 33 mineros, a siete años del rescate que dio la vuelta al mundo:
Le cuesta respirar a Mario Gómez (68). De manera agitada responde las preguntas, para las que debe tomar aire en reiteradas veces. La culpa de esto es la silicosis, enfermedad del sistema respiratorio provocada por tantos años trabajando en una mina.
Es el primero de "Los 33" que sufre molestias físicas tan evidentes, por lo que varios de sus compañeros lo han llamado para saber de su estado de salud.
"Han venido algunos, se han preocupado. Me fueron a ver a la clínica y otros me llamaron. A los demás los entiendo, tienen su trabajo y sus cosas", cuenta el mayor de los "33".
-¿Cuándo comenzó con este problema?
-Este año me dio. Yo estaba trabajando en la locomoción colectiva, porque nunca he estado parado, siempre he trabajado. Un día sufrí una neumonía, pero le seguí dando y en Semana Santa, cuando fui a La Serena, me hizo mal el clima, que es muy húmedo. Volví a Copiapó y seguí trabajando pero ya no era lo mismo, me sentía cansado.
-¿Fue al doctor pensando que tenía algo grave?
-No fui. Me quedé en cama pensando lo típico, pensaba que me iba a recuperar, pero amanecía peor al otro día. Así que después de unos días partí al doctor.
-Luego de eso tuvo que estar internado por varios días, ¿pensó que podría hacer vida normal al salir?
-A fines de agosto caí a la clínica y no me daban el alta porque se demoraban en llegar las máquina de oxígeno. Cuando pude salir, el médico me dijo "te voy a dar el alta, pero voy a hacerte un test de esfuerzo". Me lo hicieron y para qué le cuento... valí menos que un hongo. Ahí me di cuenta de la gravedad del asunto.
Golpe de agua fría
-Se siente muy incómodo con esta situación o ya está acostumbrado?
-No, no puedo acostumbrarme. Me baja la saturación de oxígeno y con la máquina tiro para arriba. Por eso duermo con ella y todo. Estoy lleno de máquinas. Pero paso susto con los cortes de luz. Por eso pienso que sería bueno conseguirme un generador.
-Me cuenta que no se acostumbra, ¿pero trata de salir de la casa a hacer vida normal?
-Salgo menos por el temor de la máquina. Cuando voy al centro, hago un par de diligencias y se acaba en una hora el oxígeno. He ido donde las autoridades y me entienden, porque estar todo el día en la casa aburre. Yo soy bueno para moverme, ahora he cambiado y todo es más monótono, pero no queda otra.
-¿Ha sentido miedo?
-Para el "18" me fui a ver a mi familia a La Serena. Fui a un supermercado a comprar, partí con mi maquinita. Pero estaba repleto y empezó a bajarme el oxígeno. Fue algo terrible, empecé a desesperarme, se me terminó el aire. Se me estaban doblando las piernas y pensé que me moría, estaba desesperado. Por suerte pude ir a la calle para recuperarme. La peor experiencia de mi vida.
-¿Por ser minero toda la vida, pensó que podría pasar por algo así?
-Yo esperaba esto, pero no así. En dos meses tuve un golpe de agua fría, me dejó atado de manos. Tengo ganas de realizar actividades, pero me pongo a hacer algo y empieza el cansancio físico.