Las vitrinas del barrio Meiggs marcan el paso de las estaciones en Chile y debido a la fiebre mundialera las ofertas de ropa de invierno han debido compartir los escaparates con el cotillón tricolor.
Los locatarios del sector comercial de calle Salvador Sanfuentes estuvieron entre las personas que más hincharon para que nuestra Selección clasificara a los octavos de final de Brasil 2014; así asegurarían las ventas de cachureos de nuestra Selección durante por lo menos una semana más.
La dueña del módulo 78 se llama Hilda Gómez y atiende el boliche acompañada por sus hijos. La señora nos contó que se dio el lujo de ofrecer entre sus artículos mundialeros una réplica de la copa mundial que en las fotos es idéntica a la original, lo que la convierte en una joyita para lucirse frente a los amigos.
El trofeo no es barato, porque cuesta 18 lucas, pero las vale. En el módulo 3 hay otras versiones algo más baratas, a trece mil pesos la de resina, y a ocho mil la de yeso.
Algunos locales ofrecen mercadería al por mayor a precios ridículos, pero el fuerte es al detalle, cuyos valores también resultan tentadores.
Para las cabezas chilenas hay gorros de lana y de polar desde los mil pesos hasta sombreros cerveceros que permiten beber de dos latas al mismo tiempo por cuatro lucas.
Una alternativa para las personas con una identidad cultural poco definida es un gorro modelo mexicano con los colores chilenos que está en el módulo 74 a $1.500, al por mayor, y $2.000 al detalle.
Ni siquiera los perros están al margen de la fiebre mundialera porque hay ofertas de camisetas chilenas para mascotas de todos los tamaños, que también sirven para los gatos que las aguanten.
Otros artículos que están saliendo con fuerza son las camisetas de la Selección, cuyos valores distan mucho de los de la casaquilla oficial que anda cerca de las 80 lucas, y ni siquiera tiene la capacidad de disimular la ponchera como sus imitaciones destinadas al chileno medio (guatón) de corazón.