Más mezclados que quiltrito criollo. Así, tal cual, son algunos tragullos “Made in Chile” que han acompañado a la barra más poblete (y otros no tanto) para celebrar el acta de Independencia, el salto de Prat al Huáscar o los partidos de la Selección. Muchos de ellos se resisten a morir y sobreviven a duras penas al olvido de los bebedores casuales y dipsómanos.
"El bebedor chileno se ha vuelto bastante arribista, ya que su situación económica hace que opte por alcoholes importados como el whisky, el ron o el vodka, por lo que se van olvidando de tragos con tradición", desembuchó el periodista Tito Matamala, autor de El Gran Libro del Bebedor Chileno.
Hay varias teorías sobre el nacimiento de estos copetes tan originales. Desde la receta de la abuela hasta una fómula copiada de un mapa pirata. Pero la explicación sería mucho más simple que la tabla del cero.
"Cada país tiene sus mezclas, la mayoría de ellas son populares. Por lo general nacen para hacer más pasables algunos alcoholes de mala clase y que son poco gratos para el paladar, entonces lo mezclan con otros líquidos. Siempre ha sido así", descorchó el sommelier Pascual Ibáñez, capo en vinos y otros brebajes de la Escuela de los Sentidos.
Otra explicación a la aparición de estos tragullos es la originalidad de los comensales, como los creadores del chuflay. "Unos ingleses que llegaron a Valparaíso en el año 1900 pidieron aguardiente con gaseosa para niños, pero como esta última era tan azucarada llegaron moscas, y al corretearlas gritaban 'chuuu, fly' (chuuu, mosca en inglés). Este trago es el padre de la popular piscola", agregó Matamala.
"Hay que rescatar las tradiciones, y no es por hacer una apología a tomar alocadamente, pero algunos tragos son realmente buenos, y si alguien se tomó el tiempo de crearlos y le quedó bien, ¿para qué vamos a olvidarlox?x Es parte del folklore popular de cada región del país", hace memoria el gran compipa Dióscoro Rojas.
Estos son los tragos
MISTELA: trago en base a aguardiente con frutas frescas de la estación.
PANTERA ROSA: pisco, fanta, leche condensada, licor de frutilla y hielo picado.
SUBMARINO: licor de menta con chelita bien helada en un shopero.
CHUPILCA: el clásico sureño de vino tinto con harina tostada.
GLORIADO: azúcar quemada, cáscaras de limón, aguardiente y agua hirviendo.
CHUFLAY: nació como aguardiente con bebida cola. Este es el padre de la piscola.
PICHUNCHO: dos medidas de pisco y una de vermouth. Añadir una rodaja de limón.
CHICHÓN o CHINCHÓN: es una combinación entre vino pipeño y chicha de Curacaví.
PIHUELO: aguardiente o chicha fresca con harina tostada.
PAJARETE: mezclar aguardiente con la clásica chancaca.
Y no se olvide de estos otros
YUGOSLAVO: mezcla entre chelita y vino blanco. Suave, pero embriagador.
PINGÜINO: tal como dice su nombre, es un combinado entre vino blanco y tintolio.
PILLÍN: un tercio de pisco y el resto de Ginger Ale. Pa' quedar pillado.
PICHÍ DE LEÓN: el mismo combinado de arriba, pero con bebida sabor a piña. El color lo dice todo.
PONCHE DE CULÉN: remoje palitos de culén, pélelos y échelos a hervir. Mezcle con canela, clavos de olor y azúcar. Aplique aguardiente.
PONCHE DE ERIZO: picar las lenguas de erizo, mezclar con vino blanco, azúcar y huevo. Batir, servir y echar canela.
MURTADO: echar murtas en una botella con aguardiente, dejar reposar por 10 días. Mezclar con almíbar y servir.