Hans Pozo: La eterna condena del rubio de ojos verdes

En marzo de 2006 causó estupor el hallazgo de partes cercenadas de un cuerpo en la capital. El suicidio del presunto victimario del "descuartizado de Puente Alto" dio por cerrado uno de los casos policiales más recordados de este siglo.

Decir que todas las guaguas son lindas es más bien una gentileza, pero cuando efectivamente es así, en especial en un país donde lamentablemente la apariencia es un factor, las familias sienten que la belleza es una especie de punto a favor. Bueno, la mayoría, porque para la del pequeño Hans Hernán Pozo Vergara resulta casi un agravio.

Desde su nacimiento, el 2 de julio de 1985, el cabello rubio y los ojos verdes del menor provocan polémica al interior de la familia. Por esos años el común de los habitantes de la Marta Brunet, en Puente Alto, dista de esas características.

Su presunto padre no tolera las constantes tallas y a los 2 años, junto a su pareja, Ada Vergara, toman la terrible decisión de "abandonar" a "el rucio", cambiarse de casa y dejarlo al cuidado de un cuñado.

Así comienza la disfuncional historia de un menor discriminado por pintoso que, lejos de llamar la atención en un contexto diferente, se convierte en foco de críticas. Así, no logra congeniar con su nueva familia y decide vivir en la calle donde, de todas maneras, sigue siendo un solitario.

El camino es tan rápido y fatal como el tiempo. Adicción a la pasta base, lanzazos, cárcel y prostitución homosexual, caracterizan al ahora joven, que en el verano de 2006 ofrece sus servicios en la Plaza de Armas.

El hallazgo

El 27 de marzo, Rocky, un conocido perro vago de la población Marta Brunet es visto jugando con un pie humano en una zona baldía.

La conmoción es alta y va en aumento, porque al día siguiente aparece un cráneo desfigurado en una parcela cercana, el 29 de marzo son hallados brazos y piernas, el 30 otro pie, y el 4 de abril dos manos, sin huellas dactilares. Los restos son dejados en la misma zona, en días diferentes, con signos de haber sido congelados.

El 7 de abril el descuartizado es identificado como Hans Pozo, de 20 años, asesinado de dos tiros en la cabeza y al día siguiente la policía comienza a cercar a sus pocos conocidos, la mayoría drogadictos del sector y clientes sexuales.

Así llegan, el 8 de abril, al negocio de Jorge Martínez Arévalo (41). Un funcionario de la Municipalidad de La Pintana y dueño de una heladería en el paradero 30 de Santa Rosa, donde trabaja con su esposa, padres y hermanos. Pese a que carabineros sólo habían pasado a interrogarlo como un sospechoso más, el hombre toma su arma y se suicida.

Dos vías

Hans Pozo tiene varias animitas en el sector y los vecinos aseguran que es milagroso.

Su muerte no sólo marcó la pauta noticiosa del 2006, sino que también permitió reorganizar a las policías en torno a la nueva metodología de justicia, con la Reforma Procesal Penal.

Existen dos versiones sobre cómo se conocieron víctima y victimario.

Una, entregada por Martínez a través de una carta escrita a mano antes de su muerte, donde contaba que conoció a Pozo en la muni, donde llegó a visitarlo con el argumento de que era su hijo (cosa que después fue desmentida por un test de ADN) y que desde entonces lo había extorsionado.

Añade que tuvo que pedir ayuda a dos "pacos de civil", quienes por 500 mil pesos le darían un susto… pero se les habría "pasado la mano" y lo querían culpar a él.

Y otra, la oficial para la policía, que correspondía a que Pozo y Martínez mantenían una relación homosexual oculta y que todo se fue a negro cuando Hans empezó a pedirle más dinero.

Lo concreto es que tanto en el auto de Martínez como en un refrigerador de la heladería, se hallaron evidencias de que los restos de Hans habían estado ahí. De hecho, la esponja del asiento del copiloto del vehículo aún estaba bañada en sangre.

Con los dos implicados muertos, se dio por cerrada la investigación.

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