Hasta las polillas hacen la ola con honores a la "Francesa"

En 1955, un chiquillo de 15 años se dio cuenta de que en los estudios tenía menos futuro que  entrenador del Colo y decidió ponerse a trabajar en la peluquería que su papá atendía en calle San Pablo.

Más de medio siglo después Rodolfo Urbina es uno de los veteranos barberos de la antediluviana "Peluquería Francesa", que ayer fue distinguida por el Ministerio de Bienes Nacionales con una placa que la reconoce como un hito de la Ruta Patrimonial de Santiago.

Quizás en venganza por su lucha contra las mechas, la naturaleza dejó a Rodolfo pelado como el patriarca de los Venegas, pero el maestro no se amilana. Sigue al pie del cañón en el local que abrió sus puertas en 1868, y desde 1925 funciona en la esquina de Compañía y Libertad.

No vaya a creer que la "Francesa" se llama así porque los caballeros antiguos, junto con cortarle la peluca a sus clientes, ofrecen otro tipo de atenciones. ¡Nada que ver! Su nombre se lo pusieron tres franchutes que levantaron el negocio para atender a los caballeros más pitucos de Santiago, antes de que se refugiaran en la precordillera por temor a la gente de verdad que sigue visitando la clásica peluquería del centro.

Sobre los pelucones que se dejan caer en la actualidad, Rodolfo contó que la mayoría son jóvenes que se hacen un corte tradicional o ejecutivo por 4.500 pesos. Y aún no ha tenido la dicha de convertir a un pokemón en un ser humano.

- ¿Qué le parece la caricatura de peluquero gay?

- Está bien. Cada uno con su forma de ser.

- ¿Mucho cliente catete?

- Pocos. Uno aplica sicología y no hay problema.

UNA INVITACIÓN A RECORRER LA HISTORIA

La "Peluquería Francesa" forma parte de la Ruta Patrimonial Fragmentos de una Ciudad, que según la ministra Romy Schmidt, "es una invitación a recorrer y reconocer diversas etapas de la vida de Santiago transcurridas entre los siglos XIX y XX". Identifican siete barrios tradicionales, cuyos trayectos pueden realizarse a pata, en bicicleta o al apa.

Sebastián Foncea M.

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