Hoy, los hijos de la mujer agredida en Coyhaique son acusados de golpear y quitarle la vida al conviviente de su madre.
Fue uno de los casos policiales más impactantes de los últimos años. Nabila Rifo fue brutalmente golpeada por su ex pareja, Mauricio Ortega, quien además después le arrancó los ojos en la ciudad de Coyhaique.
El intento de femicidio, ocurrido en mayo de 2016, fue abordado por la víctima en entrevista con La Cuarta.
En abril de 2017, la mujer contó al diario pop que “no tengo tiempo para quedarme sentada, yo tengo que hacerme cargo de mi vida y de mis chicos porque soy su mamá y por algo estoy viva, por algo Dios quiso que siguiera acá”.
“Hay días buenos y hay otros en que me da pena, rabia, me siento impotente y me pongo a llorar. Pero dura poco porque a mí me gusta mantener soplada mi casa y para eso tengo que hacer las cosas aunque me choque a cada rato con todo. Hartas veces me pregunto por qué, por qué Mauricio me hizo esto…no se le hace ni a un perro. Yo no entiendo”, agregó.
Habló hace poco y apuntó a sus hijos
Sin embargo, su más reciente entrevista se remonta a agosto de 2023 con Grupo DiarioSur.
En la charla, Nabila se refirió en más de una ocasión a sus hijos, quienes hoy están siendo acusados de golpear y quitarle la vida a su actual conviviente.
“Hay gente que es hipócrita y dice cosas malas de mí, incluso a mis hijos. Yo cambié toda mi vida para salir adelante y quiero volver a estudiar y terminar mi cuarto medio”, señaló la mujer de 35 años.
La madre de cuatro hijos sigue yendo a las reuniones de apoderados de ellos, aunque siempre depende de otros: se toma del brazo de alguien para caminar por la calle.
“Se me rompió mi bastón, pero me va a llegar otro, aunque nunca me enseñaron a usarlo para andar en la calle. No he podido viajar a un centro para que me enseñen la técnica del bastón blanco”, lamentó.
En la misma línea, confesó que “cuando estaba encerrada en mi casa pasé una depresión muy grande. Antes estaba acostumbrada a hacer mis cosas sola, a salir. Al principio, estar tanto tiempo encerrada en mi casa era como estar en una cárcel”.
“Había días en que lloraba y no quería ver a nadie, botaba las cosas. No aceptaba mi ceguera. Me repetía a mí misma que la ciencia podría hacer algo para volver a ver”, agregó.
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