"Manuel no quiso que me quedara en el hospital de San Fernando. Su mamá había muerto ahí, en el parto. Me fui a Santiago al control, algo enferma, con mis siete meses de embarazo. El 13 de enero, llega una mujer del trabajo de Manuel y me dice 'su marido sufrió un accidente, ¿no sabía?'. Estaba quemado, todo su cuerpo, pero no lo sabía en ese momento. No me dejaron ir a verlo. Me dijeron que se recuperaría, pero el 18 de enero le vino una bronconeumonia y falleció".
La señora María Graciela Donoso, hoy de 70 años, pasa a ver a su marido, Manuel Meneses Acevedo, al Cementerio General. Lo hace junto a Víctor Manuel, su hijo, el mismo que nacería dos meses después de la muerte de su padre. Se abrazan. Acomodan el arreglo floral. Miran la tumba. Silencio. Paz. Respeto. Orgullo.
Noche roja
Una luz incandescente. La explosión. El cielo, rojo. Es medianoche y un pueblo corre. Para el oeste, norte, sur… Nunca para el este. Es que ahí, presumen, está la muerte. San Fernando tiembla. La "petrolera" acaba de despertar con una llamarada y el temor se apodera de la ciudad, mientras en la radio un hombre en pijama relata el frenesí. A ciegas. Tanteando que algo apocalíptico está a punto de desencadenarse.
Todos corrían ese 12 de enero de 1968. Bueno, menos lo que tenían el sueño muy profundo y Manuel Meneses, de 23 años. La noche lo pilló de turno ese día que marcaría a toda una generación. El operario de la Sociedad Nacional de Oleoductos (Sonacol) fue el único testigo del accidente. Y en vez de correr, olvidó el pavor y se movió hacia el este, a una oficina donde se encontraba una válvula. Dicen que la cerró, que eso evitó que la ciudad estallara.
Su historia se hizo conocida esa madrugada y, con el tiempo, cobró ribetes de mito. ¿Manuel Meneses salvó San Fernando de un "holocausto"? En la Enap dicen que no, que si hubo un "salvador" fue la persona que cerró la válvula que estaba en el río Tinguiririca, la que evitó que se siguiera filtrando gas.
"Yo lo viví, a mí no me lo contaron. Lo que pasó no es menor, porque no se estaba quemando una casa particular", reflexiona Rafael Cumsille, quien a los 88 años es aún presidente de la Confederación del Comercio Detallista y Turismo de Chile.
Cumsille hace hincapié en el papel que cumplió la radio Manuel Rodríguez, única emisora de la época, y que volvió al aire "dada la gravedad de la situación. Fueron clave para informar. En ese momento había mucho pánico, gente corriendo con colchones, frazadas".
Pedro Marchant, profesor del Liceo Neandro Schilling, quien tenía 17 años en ese momento, lo recuerda: "Fue un estampido violento. Y con el resplandor se puso rojizo el cielo. Tomé la bici de mi papá y fui hasta la línea férrea. Carabineros no dejaba avanzar. Vi gente corriendo, en calzoncillos, tomando el tren de la medianoche, el de los 'Curados', con destino al sur. La cosa era arrancar".
Uno que sí logró entrar en la zona de riesgo fue el bombero Hernán Araneda. "Estábamos en un incendio en el aeródromo cuando vimos un resplandor, un hongo. Nos acercamos, pero no mucho. Era tanto el calor que era imposible. Sólo nos dedicamos a enfriar los estanques".
Araneda conocía a Meneses y sabía que estaba de turno esa noche. Y lo divisó tras la explosión: "Lo vimos arrastrarse hasta la portería, a la laguna que está en el lugar. Estaba consciente. Lo que él hizo fue un acto heroico. Quizás por falta de experiencia se sacrificó, porque él debió haber arrancado. Trató de hacer algo imposible".
Al poco tiempo, el bombero cambiaría de rubro para asumir nuevas funciones: reemplazar a Manuel Meneses en el puesto. "Fue un honor y estuve en Sonacol durante 33 años", cuenta desde Linares, a sus 78.
¿El destino?
La señora María Graciela tiene claro que su marido no debió estar cumpliendo esa jornada nocturna. "Se ponían de acuerdo con sus compañeros. Para tener más días libres y acompañarme en Santiago, él pidió ese turno. No le correspondía. Todo se dio para que él estuviera ahí".
Hubo otro hecho que hizo que Meneses estuviera solo ese día. Abel Chajtur, encargado de transportes, era uno de esos compañeros. "El día de la tragedia me avisaron que el turno se adelantaba, pues Víctor Montecinos, quien era la persona que salía del turno, había acordado con Manuel que lo relevara unos minutos antes. Fue por eso que nos tocó salir como 15 minutos antes de la explosión", rememora Chajtur, dejando claro que lo normal habría sido que el incidente los pillara a los tres.
"Manuel fue un héroe. Él ofrendó su vida por los demás y creo que el destino intercedió por nuestras vidas", agrega Chajtur, de 74 años y afincado en Honduras desde 1972.
Heriberto Rozas, ayudante mecánico de una empresa contratista en ese entonces, también acudió al lugar y describe el escenario como "impactante". Cuenta que era tanto el calor que "los vidrios de las luminarias se licuaron, eran como lágrimas. Yo no hubiese hecho lo de Manuel. Fue un sacrificio, un acto de héroe".
Inolvidable
La historia de Manuel Meneses corre de boca en boca en San Fernando. Incluso, los más jóvenes conocen de su hazaña hace 50 años.
Esta realidad queda graficada en el libro escolar "Mi abuelito me lo contó", páginas en las que sale una reseña de lo sucedido, acompañado de un dibujo. "Gracias don Manuel por su heroísmo y amor, por su entrega y hombría", escribió el estudiante de séptimo básico Bastián Huerta, de la Escuela San Hernán de San Fernando.
Pero este dato gráfico es superado por otro hecho: un grupo de personas, cercano al lugar del accidente, unió fuerzas para adquirir una casa propia. Fue así que en 1996 se inauguró la población Manuel Meneses, en las mismas calles por donde arrancó la población.
Mónica Cáceres tenía seis años cuando ocurrió todo. Sólo sabe que arrancó con lo puesto. Hoy es una de las propietarias de una de las 51 casas del lugar. Owen Roa, su marido, tenía 11 en esa época, y era vecino de villa. Hoy mantienen una familia gracias a un almacén en medio de "la Meneses", atrás de "la petrolera".
La viuda de Meneses nunca más se casó. Dice que en los momentos de apremio lo recuerda y le pide consejos. Siente orgullo por él, al igual que su hijo, quien es arquitecto.
"No me extraña lo que hizo. Podía morirse por otro, era muy preocupado por todo. De hecho, quiso ser bombero", cuenta la señora, mientras el descendiente de Manuel Meneses dice que de pequeño le dijeron que su padre había sido un héroe: "Siempre lo supe. Sólo quiero que lo recuerden".
Hoy, un grupo de sanfernandinos busca refrescar la memoria del pueblo. Juntaron más de 1.000 firmas para otorgar un homenaje a Manuel Meneses, acta que presentaron ante la Municipalidad de San Fernando. ¿Ponerle el nombre a una calle? ¿Un monumento? ¿Un memorial?
Eso está por verse...