Servicio Médico Legal clasificó a Marcelo Moya como "peligroso". Usaba el popular programa de descargas Emule para compartir el material que él mismo producía.
El 8 de noviembre de 2016 la Brigada del Cibercrimen de la PDI allanó el domicilio de Marcelo Moya Vidal (33), en Ñuñoa, y descubrió un arsenal de pornografía infantil, donde él era en muchos archivos el protagonista.
De esa fecha pasaron casi dos años de investigación y el proceso judicial, que fue coronado el 21 de octubre con la pena de 13 años de presidio efectivo en contra del estudiante de ingeniería civil industrial de la UTFSM. Los delitos por los que recibió la pena fueron almacenamiento de pornografía infantil, producción y abusos sexuales reiterados contra una menor.
Dicho castigo fue cercano a lo que solicitó la persecutora Mitzy Henríquez, de la fiscalía de delitos sexuales de Ñuñoa, quien pidió al tribunal 15 años. Lo cierto, es que la pena fue casi igual de alta por los hallazgos hechos durante la investigación, donde la policía halló más de 50 mil archivos (fotos y videos). "Nosotros iniciamos la investigación por una alerta que nos dio la Interpol de Alemania, pero en el camino fuimos descubriendo cosas y cuando allanamos el domicilio encontramos gran cantidad de material pornográfico", comentó a La Cuarta el subcomisario del Cibercrimen, Víctor Riquelme.
El efectivo policial recordó que cuando dieron con Marcelo Moya, él se negó a prestar cooperación, pero con el tiempo lo hizo y él mismo le confesó a los peritos del Servicio Médico Legal padecer de trastorno pedófilo, el cual consiste en la atracción sexual de un adulto hacia un menor de su mismo o distinto sexo.
Mientras se realizaba la investigación, personal del SML le practicó una serie de pruebas que los llevaron a clasificar a Marcelo Moya como un pedófilo de alta peligrosidad. De hecho, es el primero en nuestro país diagnosticado de manera formal por el organismo competente.
¿En qué se diferencia de un pederasta?
Al hablar de personas con trastornos pedófilos, muchos se refieren a ellos como pederastas. Lo cierto, es que existen diferencias entre uno y otro. Según explicó el comisario Francisco Falcionelli, psicólogo forense del Instituto de Criminología de la PDI, "un pedófilo no necesita abusar sexualmente de un menor para sentir excitación; sólo con verlos o mirar una foto puede experimentar esa sensación".
Por otra parte, aseguró que la pederastia "es similar en cuanto a la excitación que sienten por los menores, pero tiene dos grandes diferencias: la primera es que ésta desemboca en un abuso sexual y la segunda es que es con menores de sexo masculino".