Mientras amasaba una marraqueta en la centenaria panadería La Campana, del barrio Yungay, al panadero Mario Demicheli se le vino a la mente una idea para terminar con los feos rayados que ociosos le hacían a su local.
Esa noche de inspiración trabajó por diez, repartió hallullas como condenado y juntó las monedas necesarias para dar vida a un mural que pretende cambiar la pintacha no sólo a mi panadería, sino que al barrio. "Por más de 20 años me rayaron este muro, hasta que me cansé", relató.
Para llevar a cabo la obra, el panadero del barrio Yungay contrató por una cifra desconocida a unos jóvenes empeñosos y buenos para el arte que quisieron darle vida y colorido a un barrio que comienza a resurgir. "Un día vi a estos cabros haciendo algo parecido cerca del sector y decidí plantearles mi idea", sostuvo.
Al escuchar el mensaje los muchachos de la brigada Los Planetas saltaron más felices que esquimal con guatero.
Entusiasmados, enarbolaron rodillos y brochas, instalaron andamios y poco a poco fueron dando vida a este muro que durmió triste y descascarado por más de 80 años.
Se ubica en la esquina de Moneda con Sotomayor, en el centro histórico de Santiago, y tiene un largo de 45 metros que, a lo largo de los días, tomaba color. "Es un lujo venir a comprar pan y pasearse por este lugar, tan distinto a como era", comenta Alicia Pérez, vecina del sector.
OBRA
Para los muchachos pintores, con estudios en arte y años en el oficio del mural, la obra cayó del cielo. "Tratamos de que sea un vínculo súper urbano y expresivo, que el transeúnte común y corriente tenga el espacio para gozar con el arte en lugares públicos", contó uno de los líderes, Nicolás Fernandois.
El fin no es solo hermosear estas calles, "es vincularnos con la comunidad y que el alcalde se acerque a estos grupos para darle valor a estos barrios", agregó otro de los miembros, Sebastián Escalona.
En las dos semanas y media que demoraron en desarrollar el proyecto el sector los acogió con entusiasmo. "Recibimos el cariño de la gente, nos sentimos como dueños de casa. Jugábamos a la pelota con los niños en la calle y los vecinos nos traían cositas" comenta Sebastián, con cara de evidente orgullo.
Para vecinos como Stefan Liedtke, dueño de una tienda de artículos de caza y pesca, la obra "es digna de imitar".
MUNI PRESTA TODO EL ROPERO
"No borrarríamos un mural, por ningún motivo, ya que genera pertenencia en los vecinos", planteó Juan Pablo Vial, director del programa Santiago Joven de la Municipalidad.
"Acérquense a Balmaceda 1114. Hay fondos concursables de hasta $600.000 para materiales y gestionar permisos". invitó.