“Me sepultaron y mire, aquí ando caminando”, ironizó el protagonista de esta peculiar historia. Se trató de una negligencia por parte del cuerpo policial.
Laurencio Armendáriz estaba muerto.
Eso le informó la policía mexicana a su familia el pasado 20 de diciembre, luego de hallar un cuerpo que coincidía con sus características. El hombre de 62 años, que vivía en la localidad de Guachochi, Chihuahua, había salido algunas horas antes de su casa con dirección al campo para realizar unos trabajos pendientes, situación que lo dejó incomunicado.
De todos modos, cuando les entregaron el cuerpo, su círculo más íntimo notó algo extraño: sus restos lucían un tanto diferentes. No era el Laurencio que conocían. Pero, si bien dudaron, finalmente aceptaron lo que les decía la policía y lo sepultaron.
En ese estado de cosas, el funeral se llevó a cabo. Se llenó de familiares y amigos que fueron a dedicarle unas últimas palabras. Había tristeza, lágrimas, dolor. Todos esos sentimientos que suelen abundar en estas ceremonias.
Hasta que pasó lo que no debía pasar: de golpe, durante la noche, llegó el mismísimo Laurencio Armendáriz a su domicilio. No, no estaba muerto. La policía había fallado.
Rápidamente, los familiares del hombre se trasladaron hasta la comisaría para pedir explicaciones de lo que ocurría. Fue entonces cuando se reveló que el personal policial que estaba a cargo del proceso no entregó los restos al servicio forense, de modo que no se pudo determinar con exactitud a quién pertenecían.
No menos consternada que sorprendida, la familia pronto exigió que se rectifique la información y que el acta de defunción de Laurencio fuese invalidada. Mientras, la Fiscalía comprometió una investigación en la que buscará revelar quién es realmente la persona que falleció.
“Me sepultaron y mire, aquí ando caminando, me da coraje cómo las autoridades hayan cometido este error tan grave, pero en ocasiones me da risa ya que la gente me mira asombrada, luego de haberme dado el último adiós en el panteón municipal”, dijo Laurencio a los medios locales, donde se ha viralizado su improbable historia.