Una grata mezcla de emociones, estilo racing y buen consumo nos llevamos la semana que Honda Motos Chile nos confió una unidad de la CBR300R, su lanzamiento más importante en lo que va del año.
Hecha a imagen y semejanza de la súper campeona CBR1000RR Fireblade, su aspecto y diseño son capaces de enamorar en minutos.
Así, los japoneses superan en tamaño y potencia al ejemplar al que releva esta nueva mini supersport: la CBR250R. En efecto, ahora los caballos son 30,4 HP para mover una estructura que parece un cisne de 162 kilos.
De ahí las notas vivaces que regala su motor monocilíndrico asociado a una caja mecánica de seis marchas.
Aunque el motor tiene mayor cilindrada, no hay pasadas de cuenta en cuanto al peso total. La CBR300R será siempre una suerte de atleta y allí donde el taco parece imposible echamos mano a su silueta esbelta -con apenas 72 centímetros de ancho- para driblear por entremedio de la congestión.
La CBR300R ejecuta con simpleza y precisión nuestras órdenes, al tiempo que desde los primeros metros ya transmite seguridad, confianza y dominio.
La soltura de sus ademanes obedece a un gran trabajo de su ciclística, donde la suspensión y la posición de manejo sobresalen, además de que le queda excelente a personas de gran estatura.
Los frenos, que son de disco hidráulico sencillo en ambas ruedas, cumplen con su cometido: la moto frena muy bien pese a no contar con ABS.
Además, echamos de menos que en su tablero no haya información de la marcha que llevamos engranada. Así que a concentrarnos.
En todo caso, un par de cosas que debiesen mejorar pero que en ningún caso eclipsan el trabajo general en términos estéticos, de manejo y de consumo, ya que nos resultó bastante eficiente, pese a que durante los días de uso la llevamos muy exigida.