¡Honrados ciclistas temen por su integridad!

Un analista de inventario de una empresa de Quilicura de 23 años que gana 550 mil pesos al mes y un compañero de trabajo de 21, que saca algo menos, se encontraron más de cien millones de pesos que cayeron de un camión de valores en Av. Caupolicán.

Del vehículo de la empresa Brinks se fueron guarda abajo tres bolsas llenas de billetes y los lolos que pedaleaban de regreso a sus casas las recogieron, cacharon que estaban llenas de plata y llamaron altiro a Carabineros para entregarlas a sus dueños.

Apenas habían avanzado un par de cuadras con dirección a la  subcomisaría  Conchalí Norte un camión tres cuartos les cortó el paso y un sujeto le arrebató una bolsa con plata al lolo de 21 años.

El analista nos contó que apretaron cachete contra el tráfico y entregaron de inmediato las dos bolsas que rescataron a Carabineros. En una había $47.740.000 y en la otra $54.234.849, mientras que en la robada, que no ha aparecido, iban $32.683.391.

La policía investiga si el asunto fue un condoro del los seguritos del blindado o una  colusión entre los tipos del camión y los guardias del Brinks para que les lanzaran voluntariamente desde el vehículo en marcha el dinero. Los  chiquillos sobre el asunto no quieren pronunciarse, pero tienen miedo de que los malacatosos que se les cruzaron intenten vengarse de ellos.

La plata era la recaudación de un Ripley y un Paris del mall Plaza Norte de Huechuraba. En tanto la policía investiga el asunto y los honrados trabajadores fueron felicitados por sus compañeros de labores y sobre todo por sus familiares, aunque no faltaron quienes les dijeron que eran los reyes de ... la ingenuidad porque dejaron pasar la oportunidad de sus vidas.

“Obviamente que tenemos temor, por eso no queremos dar la cara, jamás pensamos en quedarnos con la plata. ¡Que seamos pobres no quiere decir que seamos ladrones!”, dijo el analista, quien vive junto a su viuda mamá en la población Juanita Aguirre, en Conchalí.

Su compañero más joven es de Quilicura y habita en un humilde villa de pequeñas casas, todas iguales, en donde la música a todo chancho de vecinos pintamonos le dan más valor a la honradez que lo privó de la posibilidad de haber podido cambiarse a un lugar más confortable.

“No habríamos disfrutado de ese dinero que no era nuestro y no quiero reconocimiento alguno, lo único que quiero es que nos dejen tranquilos”, concluyó el lolo de 23 años.

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