Horror en la mina San José: cuando el mundo puso sus ojos en Chile

Ha sido el mayor rescate de la historia de la minería a nivel mundial. Las 22 horas con 36 minutos que duró el rescate de “Los 33 de Atacama”,  la lleva  como una de las mayores coberturas mediáticas a nivel mundial. ¡Y se dio en nuestra flaca y larguirucha franja de tierra!

Según los entendidos, el suceso convocó entre 1.000 a 1.300 millones de almas desperdigadas por todo el orbe que se pegaron a la pantalla chica o al compu.

Según informó por esos días TV Chile, el canal estatal que sale al mundo, el rescate de Florencio Ávalos, el primer titán que emergió de las profundidades, fue sapeado el 13 de octubre de 2010 por mil millones de telespectadores, superando los 800 millones de televidentes que vieron la final de la copa del mundo en Sudáfrica 2010. También dejó atrás la inauguración de los Juegos Olímpicos de China 2008, luqueada por igual cantidad de personas.

Recuerdo que era tal el nivel de sintonía con la causa que mi amigo Silvio Ruggieri me llamó orgulloso desde Locarno, en Suiza, para contarme que estaba viendo en vivo y en directo cómo liberaban al primer atrapado a través de la cápsula Fénix. Incluso un tío, desde la ciudad de Vancouver, en Canadá, infló el pecho con la transmisión y se emocionó hasta las lágrimas con el apasionado ¡Chi-chi-chi le-le-le! de Mario Sepúlveda. Tampoco  faltó el vecino que contó que el amigo de un amigo tenía un primo en Mongolia que también siguió en vivo el rescate desde la mina San José.

Suerte

Por esas extrañas cosas que a veces regala nuestra profesión, entre esos 1.700 periodistas acreditados de todas partes del planeta para cubrir el rescate en el campamento de Atacama, un pequeño y humilde piño del diario pop pudo dar la pelea, de chico a grande, luchando palmo a palmo con el despliegue de grandes cadenas como BBC, CNN o el mismísimo The New York Times. No nos quedó más que peleárselas combo a combo y tratar de entregarle la noticia a nuestro público, en nuestro estilo y modo.

La idea era que nuestro lector, ese que seis días a la semana se levanta con las gallinas para llegar a la pega y se mama tres horas diarias en micro y metro, pudiera percibir la noticia como si estuviera ahí y cachar el lado "B" del inédito acontecimiento.

Recuerdo que cerca de nuestras dos carpas cohabitaba un canal de noticias gringo que tenía hasta una nana para que les hiciera el aseo en su campamento y, enfrente, había unos domos medio espaciales con generador de luz propia y, vaya uno a saber, cuánta cuestión más. Para nosotros, algo tan insignificante pero esencial como ir al baño era todo un desafío.

Igual nomás... Siempre tuvimos la ventaja del idioma, el ingenio y la buena onda de los mineros con nuestro medio. Una afinidad especial porque somos el diario del pueblo.   Recuerdo que un periodista  japonés del periódico Shukan Bunshun -Shinchiro Akaishi se llamaba-,  se nos acercó en su tremenda camioneta, con chofer e intérprete incluido, muerto de la risa con la portada de La Cuarta en la mano. Nos hablaba de la crónica de Johnny Barrios y sus dos amores. Para el rescate mismo también hicimos de tripas corazón. Realizamos turnos para trabajar y dormir mientras emergían los 33. La historia de los mineros bien lo valía.

Siempre me pregunto por qué esta noticia causó tan potente efecto mundial. Para mí la respuesta es más simple de lo que parece. Es que la increíble historia de un derrumbe en una mina en pleno desierto al final del mundo, que dejó 33 seres humanos sepultados a más de 700 metros de profundidad y durante 70 días, no puede dejar indiferente a nadie. ¡Somos humanos! Y un piño de nuestra misma especie le ganaba a la muerte, a la adversidad y a la desesperanza.

Es más, fueron rescatados debido a la mancomunión de todo un pueblo que hizo fuerza junto a ellos y a un grupo de profesionales que le puso todo el ñeque para que el asunto llegara a buen puerto. ¡No es más ni menos que eso!

Incluso al día de hoy la historia sigue dando de qué hablar...

Abro mi correo electrónico y me encuentro con la info del preestreno de la película "Los 33" de Atacama. En la foto adjunta figuran japis en Hollywood Boulevard, en Gringolandia, el actor Lou Diamond Phillips junto a los mineros Mario Sepúlveda y Samuel Ávalos, ambos invitados a promocionar la cinta que registra su gran hazaña. Es que su historia bien vale una película con final feliz para la posteridad.

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