El 25 de mayo de 2011, hace exactamente una década, la justicia condenó a Erasmo Moena Pinto a más de 60 años de prisión luego de asesinar a dos mujeres. Sin embargo, en agosto de 1991, cometió su primer homicidio, sin nunca pagar por ello.
Si bien conserva los mejores recuerdos de su infancia en la comuna de Tomé, región del Biobío, la vida de Erasmo Moena Pinto comenzó a oscurecer tempranamente en su adolescencia.
Pese a ser matriculado en el colegio penquista San Pedro Nolasco y contar con la inteligencia necesaria para desarrollarse académicamente, el "canario" -como le llamaban los compañeros por su melena rubia- terminaría cediendo ante la droga y el delito.
En 1990, a los 20 años, cometió su primer ilícito: por el robo en un almacén recibió una condena de 541 días de reclusión. Sin embargo, al ser primerizo, la pena le fue remitida.
A los 21 comenzó una etapa de descontrol, sexo y carrete en la comuna de Coelemu.
Al poco tiempo de arribar a esta localidad, se hizo amigo del peluquero Marco Antonio Cortés, con quien comenzó a convivir.
Según cercanos del trabajador, éste le pasaba dinero, le prestaba ropa fina y le enseñó a cortar el pelo. Habrían mantenido una relación.
Romances, carretes y sexo
"Paola", quien conoció a Moena en este momento de su vida, cayó rendida ante sus encantos y atractiva personalidad. No fue la única, pero sí la más cercana.
"Era muy educado, inteligente, era muy atractivo. Era rubio, ojos verdes, blanquito, con una delicadeza que la quisiera cualquier hombre, porque era muy cordial", contó la mujer en 2010, cuando habló desde el anonimato con Informe Especial.
En aquella ocasión, a pocas semanas de darse a conocer el crimen que cometió el "canario" contra dos mujeres en Placilla, su ex amiga de Coelemu aseguró que "tuve un affaire con él. Después supe que era pareja de Marco, porque Marco me lo dijo".
En entrevista con el programa de TVN, Moena Pinto se negó a reconocer esta relación homosexual.
Eso sí, reveló que "yo sabía que él sentía cierta atracción por mí. Yo sabía que era gay, pero yo nunca he discriminado a esas personas".
Sobre las interminables noches de fiesta, confirmó que "nunca tuve tanto sexo y tanto carrete como tuve ahí en Coelemu".
Del amor al miedo
El 27 de agosto de 1991, Marco Antonio Cortés, de 27 años, desapareció. O al menos eso creyeron sus padres.
Lo cierto es que, por motivos que se desconocen, Moena lo asesinó.
Así lo confirmó "Paola", quien se convirtió en su cómplice junto a otros dos amigos.
Según la entrevistada, Erasmo -a quien conocía como Eric, ya que nunca le dijo su nombre real- los obligó.
"'Ya', me dijo, '¿querí saber? Yo maté al Marco', me dijo. Dijo que lo había ahorcado con un cordel, después le había pegado un golpe y él había caído contra la calle y se había azotado contra la solera. Me dijo 'yo me tengo que deshacer del cadáver, pero no sé cómo hacerlo, no puedo hacerlo solo'", contó la mujer.
"Lo encontrábamos tan cruel, lo que estaba hablando él. Hasta que dijo '¿saben qué? Lo vamos a quemar y tirar al río'. Nosotros, con mis amigos, nos mirábamos y no podíamos creer lo que estábamos escuchando", continuó.
Sobre las supuestas amenazas, explicó que "siempre procuraba estar con uno. Decía, 'si tú me fallas, le puede pasar algo a esta persona'. Siempre".
Para cumplir con lo planificado, el grupo usó una carretilla (para trasladar el cuerpo) y un bidón con bencina (para incendiarlo).
"Él hizo todo. Nosotros con mis amigos nos quedamos parados. Después mi amigo dijo que iba a ir al baño y se fue. Me dejó sola con Eric ahí. Después me dijo que teníamos que rezar, y rezó un Padre Nuestro y un Ave María. Después le prendió fuego", añadió, sobre la horrorosa escena.
"Me da vergüenza y me arrepiento. Creo que todos los días de mi vida me voy a arrepentir por lo que hice", reflexionó.
Sin condena
Una vez consumado el crimen, las advertencias continuaron. "Eric" le habría expresado a "Paola" su deseo de asesinar a los amigos que presenciaron el crimen. Al comenzar a dimensionar su grado de maldad, la joven decidió arrancar para Santiago por su propia seguridad.
Sin embargo, Moena cometió un error poco antes de regresar a Tomé: también le confesó lo sucedido a una polola de Quirihue, quien tiempo después le contó todo a la policía.
Y aunque "Eric Moena" no existía, los investigadores lograron llegar a Erasmo luego de cotejar fotos de ambos: por un lado, el hombre acusado de un brutal crimen; por el otro, un joven recientemente detenido y condenado a 10 años de prisión por cometer violentos asaltos en su ciudad natal.
Si bien el acusado confesó su participación en la muerte del peluquero y en la desaparición del cuerpo, los buzos rastrearon el río Itata sin hallar ningún resto.
Así las cosas, los encubridores quedaron en libertad y Moena solo cumplió condena por los delitos cometidos en Tomé.
Consultado sobre este crimen, el denominado "Psicópata de Placilla" aseguró en aquella entrevista que "siempre omito esa parte. Es un punto oscuro dentro de mi vida. Coelemu es una caja de pandora que no voy a abrir".