El 14 de abril de 1955, la escritora María Carolina Geel baleó a Roberto Pumarino en pleno salón de té. Fue condenada a tres años de cárcel, pero quedó en libertad mucho antes. ¿El motivo? Una misiva de la Premio Nobel.
En 1946, a sus 33 años, Georgina Silva Jiménez se estrenó en el ambiente literario con El mundo dormido de Yenia. Siempre bajo el seudónimo de María Carolina Geel, la autora generó opiniones divididas al estrenar nuevas obras como Extraño estío (1947) o Soñaba y amaba el adolescente Perces (1949).
Con una narrativa atrevida e irreverente, Geel destacó por abordar la realidad desde la interioridad de sus personajes, especialmente femeninos.
El crítico literario Hernán Díaz Arrieta (Alone), describió sobre sus novelas en Plumas nacionales (1955) de Zig-Zag: "No son nada claras. Los personajes aparecen envueltos en una atmósfera de penumbra, mitad soñados, mitad reales, y se ve que la dominan".
En tanto, Ricardo Antonio Latcham se deshizo en loas para la autora. En Crónica literaria (1947) de La Nación, el otrora escritor y diputado destacó el talento María Carolina: "Ha perseverado y enriquecido su ya poderosa facultad analítica y sensorial. Tiene una clara inteligencia para captar matices del alma femenina y demuestra, también, que sabe interrogar al corazón de los hombres".
Su irrupción en las letras no pasó desapercibida. Eso sí, su prometedora carrera quedó condenada a un segundo plano a partir de lo acontecido el 14 de abril de 1955. A eso de las 17:30 horas, Geel disparó en contra de su joven amante, Roberto Pumarino, al interior del Hotel Crillón.
Crimen en Hotel Crillón
Con cinco disparos, la escritora dio muerte a Pumarino, con quien mantenía una relación desde hace cinco años. Ambos habían concertado una cita en el salón de té del aristocrático recinto ubicado en pleno centro de Santiago.
Pese a que decenas de personas se encontraban al interior del inmueble y otras tantas transitaban a plena luz del día por calle Agustinas, la mujer no titubeó en su plan. Luego del impacto que les generó la escena, testigos del crimen relataron una inusual reacción de la homicida, quien se acercó al moribundo para besarlo y decir: "Era lo que más amaba en la tierra".
Sobre las causas de este ataque hay pocas certezas. Hasta su muerte, en 1996, la literata habría optado por el silencio. No obstante, surgieron hipótesis de todo tipo; mientras que algunos apuntaron a una venganza por traición, hubo quienes especularon acerca del interés personal de la escritora, acusándola de pretender vender un libro en el que detallaría el mortal delito.
Alone, admirador de Geel, reiteró su apoyo antes del juicio. En El Proceso de la escritora (14 de abril de 1956) de Zig-Zag, escribió: "La defensa, los psiquiatras y el sentido común afirman que la acusada no conserva, acaso nunca ha tenido, un equilibrio mental perfecto. La obsesión del suicidio la ha perseguido porque su existencia, desde siempre, ha sido profundamente dolorosa. Al matar, quiso, en realidad, matarse".
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Gabriel Mistral[/caption]
La intervención de Gabriela Mistral
Producto de este crimen, la Corte de Apelaciones condenó a María Carolina Geel a 3 años de presidio por el cargo de homicidio. Sin embargo, al año siguiente de la sentencia, la cónsul de Chile en New York, Gabriela Mistral, intercedió con una carta dirigida al Presidente de la República, Carlos Ibáñez del Campo. La Premio Nobel pidió el indulto.
"Respetuosamente suplicamos a V.E. indulto cabal para María Carolina Geel que deseamos las mujeres hispanoamericanas. Será ésta, una gracia inolvidable para todas nosotras", rezaba la misiva de Mistral, de acuerdo a la edición de El Mercurio del 14 de septiembre de 1956.
Así respondió el Mandatario: "Respetada Gabriela: He vacilado un instante en la forma cómo dirigirme a mi ilustre compatriota. Pero sus admirados libros crean una familiaridad que permite el trato tan directo. Sepa mi estimada amiga, que en el instante en que usted formula una petición, esta es un hecho atendido y resuelto".
"Es de enorme magnitud lo que Gabriela Mistral ha realizado por Chile por lo que sería incomprensible que el Presidente de la República no escuchase una súplica nacida del corazón de nuestra gran escritora. Considere, pues, desde ya indultada a María Carolina Geel. Con la cordialidad y admiración de siempre le saluda su amigo y Presidente, para quien ha sido gratísimo el poder aceptar esta petición tan humana y emotiva", añadió el Ibáñez del Campo.
Nuevas obras... y silencio
La teoría sobre una supuesta estrategia publicitaria como causa del espectacular homicidio, se acrecentó tras la publicación de Cárcel de mujeres (1956), una obra donde Geel describió sus días en la Cárcel Correccional del Buen Pastor.
Alentada por su amigo Díaz Arrieta, la autora dio cuenta -por primera vez en Chile- de un testimonio detallado desde el interior de un penal femenino. En la obra, la autora habla sobre el hacinamiento, la soledad, las relaciones lésbicas y todo lo que vio durante el año y medio que permaneció privada de libertad.
Continuaría su evolución literaria con El pequeño arquitecto (1956) y Huída (1961), para luego dedicarse a la crítica.
En el 2000, a pocos años de su fallecimiento, su nieto, Sergio Echeverría, contó a Qué Pasa que "mi abuela nunca volvió a hablar de lo que le sucedió. Era una mujer muy enérgica e independiente. Vivía sola. Pasó su vida saltando de un lado a otro. A veces, la llamábamos a su departamento y resultaba que hacía meses que se había cambiado a vivir a Reñaca".
"Era bohemia, pero de alta alcurnia", sentencia, sobre la enigmática escritora cuyo talento fue eclipsado por un irracional ataque armado.