Ilustres finados morirían de nuevo al ver sus tumbas

A pesar de que el casco histórico del Cementerio es considerado Patrimonio Cultural, no existen recursos estatales para reparar el daño que causó el terremoto del 27/F a varios mausoleos de importantes personajes de la historia criolla .

El problema es que por ser considerados propiedad privada, ni la administración del Cementerio ni el municipio de Recoleta ni el Estado Chileno pueden meter plata para recuperar algunos de los mausoleos que hoy están prácticamente en el piso. Y eso que son considerados Monumentos Históricos.

Un catastro realizado dos días después del terremoto estableció que cuatro mausoleos colapsaron completamente y 30 lo hicieron en forma parcial. Otras 284 edificaciones sufrieron daños en sus ornamentos, revestimientos o en sus estructuras.

Con esos antecedentes, la administración del Cementerio envió cartas a todos los descendientes de los finaditos detallándoles el daño sufrido por los mausoleos y algunos ya se han hecho cargo de la reparación.

Otros, allá arriba, aún esperan una manito divina para reparar sus casas eternas.

Uno de ellos es el fundador del primer hospital para niños, el Roberto del Río, Don Manuel Arriarán Barros, considerado el primer filátropo chileno. Donó bienes a varias instituciones, pidió ser enterrado temprano y llevado al cementerio en un carro común para no recibir honores.

En su caso no hay descendientes y el destino de lo que queda de su mausoleo es una incógnita. La ley faculta al cementerio para vender y reconstruir en el lugar. “Eso dice la ley, pero esperaremos hasta que algún pariente o alguien ayude en la reconstrucción de su mausoleo”, señaló el director del Cementerio General, Pablo Zenteno.

Una ayuda que también debería recibir el mausoleo del hermano de Manuel Arrirarán, situado justo al lado y que presenta una serie de daños.

Sin posibilidad de reparar está también el mausoleo de la familia Varela Cortés Monroy. Construido por don Federico Varela, un empresario minero y parlamentario radical de fines del siglo XIX, sus descendientes no cuentan con lucas para reparar la edificación.

Mejor suerte tendría la tumba de Macario Vial Guzmán, abogado, ex ministro de Obras Públicas y tatarabuelo de Joaquín Lavín. Más de 30 palos criollos cuesta recuperar el mausoleo que hoy está prácticamente en el suelo.

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