El infierno de los patiperros

El ingeniero comercial Felipe Osiadacz y el chef Fernando Candia emprendieron el viaje de sus vidas y terminaron en una pesadilla, en Malasia.

Versátiles, hiperconectados, preocupados por la salud, muy opinantes, adoradores de la inmediatez, las nuevas experiencias y los viajes. Esas características definen a todos los millennials y también a Felipe Osiadacz (27) y a Fernando Candia (30), los jóvenes que desde el 4 de agosto del 2017 se encuentran detenidos en una cárcel de Malasia.

Fue, precisamente, la pasión por conocer el mundo lo que impulsó a los jóvenes a vivir una terrorífica experiencia que los podría llevar a la horca, en el sudeste asiático, y cuyo juicio comenzó a las 10 horas de ayer en el país oriental.

Felipe es ingeniero comercial de la Universidad Andrés Bello y, según el director de su carrera , Patricio Centeno, era un excelente estudiante, entusiasta, participativo y muy solidario con sus amigos. Un "buen chato", como definen sus cercanos a Fernando, cuya pasión por la cocina lo llevo a ser chef.

Ambos se conocieron en Nueva Zelanda, donde trabajaron por alrededor de un año, reunieron plata y, junto a un tercer amigo, decidieron darse las vacaciones de su vidas y recorrer el mundo. Sin embargo, un accidente de tránsito sufrido por el último integrante hizo que finalmente en el viaje soñado sólo fueran dos.

El arribo a Malasia fue el 4 de agosto, se alojaron en un hostal y salieron a comer. Felipe estaba agotado y regresó al poco rato al hospedaje. Fernando lo siguió y le avisó a su amigo que le abriera.

Pero el joven no venía sólo; lo había seguido un travesti que le exigía dinero, según datos revelados en el primer día de juicio.

"Ya en el lobby, el malayo insistió en su petición y dado que ambos chilenos se negaron, comenzó a agredirlos. Nuestros hijos no respondieron a estas agresiones y pidieron al recepcionista del lugar, en varias oportunidades, que llamara a la policía. Como el nivel de agresividad de esta persona aumentó, ellos se asustaron y lo inmovilizaron sin ninguna intención de causarle daño, pues todo lo sucedido fue en defensa propia", señaló la familia a través de un comunicado entregado a los medios de comunicación en mayo del 2018.

Según la declaración de los jóvenes, el malayo rompió un vidrio y Felipe pateó los pedazos para que el atacante no los usara en contra de ellos. El recepcionista, que es de origen chino , sólo quería que salieran los tres del lugar y no llamó a la policía sino hasta 20 minutos después del incidente.

Tras otros 30 minutos de espera, llegaron los uniformados y fue cuando los chilenos se dieron cuenta que el travesti estaba muerto. "Los exámenes reflejaron una ingesta de 5 drogas distintas que le habría provocado un ataque cardíaco" a la víctima, lo cual no haría calificar al hecho como un delito de homicidio, señaló el abogado de los jóvenes, Juan Carlos Manríquez.

Se rompieron sus sueños, señaló la familia de ambos. Están delgados y sensibles, lo que se vio reflejado en el juicio donde Felipe y su padre rompieron en llanto.

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