Ingeniero químico es igualito a Cyrano, pero menos callullento

No se urja si su pareja habla todo el santo día del  vecino "prieta" o de esa compañera de pega que le vive haciendo extraños favores. Un viñamarino que siempre mantiene viva la llama del "amol" tiene la solución para que logre reconquistar a su media naranja.

El ingeniero químico Carlos Cuesta (45), conocido como "Alfonso Napkin", es un Cupido criollo que arma fogosas cartas para los sufrientes.

El émulo de Cyrano de Bergerac  les hace la pega a los que con suerte juntan cuatro letras y tienen menos labia que futbolista con la caña.

SERVILLETERO

El seudónimo Napkin nació de una hermosa anécdota que comparte con su señora.

"Hace más o menos un año me dieron ganas de escribirle un poema a mi esposa. Lo hice en una servilleta y a ella le encantó. Desde ese momento le he escrito cerca de  50 poemas de esa manera. Ahí nació mi seudónimo, porque servilleta en inglés se dice 'napkin'", contó.

Míster Napkin no es de esos poetas chantetes que van por la vida regalando cursilerías a cambio de una gambita.

"Como a mi señora le gustó mi forma de escribir, me dieron ganas de estudiar y aprender. Así que me puse a leer libros de métrica, de figuras poéticas y así perfeccionarme", parló.

- ¿Y cuándo se le ocurrió masificar esto?

- Una vez un amigo me pidió que le escribiera una carta emotiva y poética. Lo hice y le quedó gustando, así que les contó a sus conocidos y de ahí no he parado.

- Ahora usted cobra 10 luquitas por carta.

- Claro. Lo que pasa es que una vez alguien me pagó esa cifra y yo encontré que era un precio justo para lo que yo hago.

 - ¿Y dan resultados sus  cartas romanticonas?

- Lo importante es transmitir sentimientos. Yo no puedo escribir una carta diciéndole a alguien "ámame", sino que "te amo". Claro que todo eso lo hago con figuras poéticas.

- ¿Cómo así?

-  Por ejemplo, el paso del tiempo puede ser algo como "las hojas del calendario han caído en nuestro camino".

- ¿Y hay algún poeta que admire?

- Me encanta García Lorca.

-  ¿Y Ricardo Arjona?

- Creo que sus letras son muy lindas, igual que las de Marco Antonio Solís.

- ¿Podríamos decir que es como un Cyrano servilletero?

- Claro. Eso sí, mucho menos narigón.

Ramiro García LaOrca

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