Todos los días a las 5 de la tarde, Ingrid Hurtado (25) realiza el mismo ritual. Cruza desde su carpa hasta una bodega ubicada enfrente y calienta agua en un hervidor que le prestan. Luego conectan una manguera a la llave de la plaza y la pasan por una ventana, tras lo cual le saca la ropa y los pañales a su hijo Carlitos Castañeda (1), lo mete en un lavatorio plástico y lo jabona suavecito.
¿La razón del tremendo operativo? Con su esposo y sus tres hijos pequeños conforman una de las 120 familias de la Villa Brasil, ubicada en la comuna de San Joaquín, que duermen en carpas hace más de un mes, luego que el terremoto dejó inhabitables sus departamentos
"A mis otros dos hijos los baño igual. El problema es que los niños se resfrían. Carlitos ya tuvo una bronquitis y ahora que se viene el frío todos están expuestos a la gripe porcina y sólo a uno me lo van a vacunar gratis. No sé cómo lo haremos", dice la afligida mamá.
Ingrid vivía en un quinto piso, en el block 3218. Cuenta que para bañarse, ella y los demás adultos suben al departamento de una vecina ubicado en el segundo piso, echan un poco de agua en la tina y se limpian las presas: "El problema es que nos tenemos que bañar en sólo 2 minutos, por miedo a que se venga abajo el edificio con alguna réplica". "Aunque no tenemos nuestros hogares y estamos obligados a vivir en estas carpas, una tiene dignidad y se las arregla para mantener a sus hijos bien limpios", señala.
Según la vicepresidenta de la unidad vecinal, Perla Saavedra, la muni les ofreció unas mediaguas y, aunque jamás imaginaron vivir en una de estas soluciones de emergencia, las esperan con ansias. Éstas serían instaladas frente a los depas, cuya reparación se estima en un año.
LOS DÍAZ-OSORIO DUERMEN COMO EN UN JAMBOREE
Daniela Osorio (27) y su marido Alejandro Díaz (28) duermen con su hija Alexandra (8) hace un mes dentro de una carpa. A las fallas estructurales que sufrió su departamento ubicado en la Villa Olímpica de Ñuñoa, se suma el terror que la retoña del matrimonio les agarró a los temblores tras el terremoto. Cerca de las 22 horas, la familia apaga las linternas y se acuesta en sacos de dormir. Tempranito en la mañana, el ruido y las ya frías madrugadas los obligan a salir del sobre de un salto.
"Me levanto y baño a mi hija dentro de la vivienda a la rápida, ya que le da mucho miedo. Luego la peino y la mando al colegio. Allí se olvida un poco de lo que le ha tocado vivir", dice la mamá. La familia habitaba un departamento en un block ubicado en Los Jazmines 1537 y ahora mira su deteriorado hogar desde una carpa. Gracias a Dios aún no ha llovido, pero se está poniendo helado", dice frunciendo el ceño el padre de Alexandra. Junto con ellos vivían otras cuatro personas, todos familiares.
"Dicen que van a evaluar si se puede reconstruir o restaurar. Pero nada de eso va a ser en menos de un año. El tema es que no nos decidimos a arrendar porque en la municipalidad sólo nos ofrecen pagarnos sólo un mes de garantía, hasta 120 mil pesos, y no sabemos cuánto tiempo podemos estar arrendando sin tener una solución real", señala Daniel Osorio, el abuelo de la familia.
CON FOGÓN Y OLLA COMÚN VECINOS DE VILLA CANADÁ TIENEN FELIZ A LA LOMBRIZ
Miriam Pizarro (42) vivía en el número 782 C de Villa Canadá, ubicada en la calle Guillermo Mahn, en Ñuñoa. La mujer hoy está con sus 4 hijas en una carpa ubicada en el patio de su edificio. Su depa estaba en el block 12 y ella se vio afectada al igual que otras 9 familias. En el sector también se encuentran inhabitables los blocks 9, 13 y 14. En total hablamos de 160 almas. Como el chileno le pone buena cara al mal tiempo, los distintos clanes se han organizado para subsistir y diariamente arman sabrosas ollas comunes.
Lentejas, tallarines, porotos y puré son preparados por turnos para que nadie se quede bajo la mesa. "Algunos trabajan y cuando llegan de la pega cocinan. Hacemos todas las comidas con desayuno incluido", se quebró como una oblea doña Miriam. Vecinos del sector y la muni les regalan mercadería y con esos productos hacen menúes con mucho amor y caleta de sazón. Las familias de la Villa Canadá cuentan con cocinilla y un lavaplatos con desagüe confeccionado por ellos mismos. Con la creatividad que destaca al chileno, también armaron una especie de fogón para calentar las ollas y el cuerpo durante estas frescas noches otoñales.
Según Oscar Riquelme, otro jefe de hogar de la villa, la muni ya realizó un catastro para testear los daños, pero examinarán de nuevo para ver si los blocks tienen que ser demolidos o pueden ser reparados. De todas formas, la cosa va para largo.