Mientras que los uniformados aseguran haber recibido mensajes “de carácter íntimo”, la uniformada apunta a un “juego” producto de la confianza.
Dos funcionarios de Carabineros denunciaron por acoso a una capitán de la 44° Comisaría de Lo Prado. Esto, tras recibir una serie de mensajes de índole sexual, ya sea vía WhatsApp o de forma verbal mientras realizaban sus rondas.
En su defensa, la uniformada ingresó un recurso de protección ante la Corte Suprema, el cual fue rechazado recientemente. Ya suspendida, la uniformada ingresó el requerimiento ante el tribunal de alzada para que se decretara ilegal la suspensión temporal de sus funciones mientras duraba la investigación administrativa.
Las denuncias
Según detalló La Tercera PM, la investigación comenzó luego que un carabinero de la misma repartición denunciara en otra comisaría a su superior por los delitos de acoso sexual y laboral. Según expuso, la mujer le envió una serie de mensajes inapropiados, en los cuales lo invitaba a su departamento reiteradamente.
Además, expuso que en una ocasión lo tomó de su chaleco antibala para forzarlo a besarla sin su consentimiento. Ante la negativa, ella “se molestó y con un tono elevado, le ordenó que se fuera al carro policial”, donde la funcionaria denunciada intentó tocar al carabinero.
Junto con eso, el funcionario denunció que su capitán también había realizado “insinuaciones sexuales explícitas” al verlo vestido con ciertas tenidas durante sus funciones.
El comisario a cargo de la investigación interna determinó la existencia de otro funcionario quien señaló que la excapitán realizó una serie de “insinuaciones groseras e inadecuadas de carácter íntimo”. A lo que se sumó que en varias ocasiones realizó “muestras de cariño con besos y abrazos que no le agradaban e incluso lo incomodaban”.
Producto de estas denuncias, Carabineros abrió un sumario interno en paralelo a la investigación de la Fiscalía.
¿Toda una invención?
A través de recurso de protección, A.T.V.G expuso su versión de los hechos. En primera instancia, indicó que tras su llegada a la comisaría conoció al funcionario que la denunció, con quien entabló una relación de amistad y fue en ese contexto que se dieron las supuestas “bromas” que incluían “un lenguaje propio de pares masculinos (...) sin advertir que el mismo pudiera resultar excesivo”.
Sin embargo, todo cambió cuando le llamó la atención. Según explicó, el carabinero de menor rango se habría jactado del tenor de sus conversaciones frente al resto de funcionarios, motivo por el que le tiró las orejas y le explicó que “sus acciones implicaba una falta de respeto hacia ella en su calidad de mujer”.
Respecto a las acusaciones de acoso sexual, apunta a que el denunciante “construyó una historia contraria a la realidad, sosteniendo que estaba siendo acosado por una oficial. Para ello, recurrió a un mecanismo demasiado burdo borrando sus WhatsApp y mensajes, todos aquellos que él había enviado en respuesta a la relación de confianza y juego que mantenía con la recurrente, durante meses”. Además de eso, sostiene que este “pidió ayuda a un segundo funcionario con el cual mantenía un vínculo de estrecha amistad, con el propósito de crear un segundo episodio que diera verisimilitud a su denuncia”.
Con estos argumentos, la funcionaria acusó una serie de supuestas ilegalidades de parte de la institución en el sumario en su contra. Instancia que podría dejarla fuera de la policía uniformada tras casi 20 años en sus filas.