Al menos 16 personas fallecieron, aunque el número podría incrementarse sobre las dos decenas. El ataque se llevó a cabo en un restaurante y un local de bowling que están a siete kilómetros de distancia entre si.
Este miércoles se concretó el tiroteo número 565 en lo que va del año en Estados Unidos. La situación ocurrió en un local de bowling y en el Schemengees Bar & Grille, un restaurante de la ciudad de Lewiston, en el estado de Maine. Ambos locales están a alrededor de 7 kilómetros de distancia.
Los reportes iniciales indicaron que al menos 16 personas resultaron muertas, aunque el número podría incrementarse hasta 22. El número de heridos alcanzaría a cerca de 60 personas.
Según los datos del Archivo de Violencia de Armas, se trata del tiroteo es el más mortal de 2023 e inclusive se le apunta como el más grave de los últimos años.
En ese escenario, las autoridades indicaron a Robert Card como una persona de interés para la investigación, aunque el sospecho se ha mantenido prófugo por largas horas tras la situación que ocurrió durante la noche de este miércoles.
Según los reportes oficiales, Card posee un historial de servicio militar y se desempeñaba como un instructor de armas, lo que eleva aún más su peligrosidad.
Asimismo, también se reportó que el sujeto cuenta con un historial de problemas de salud mental, incluyendo una estadía de dos semanas en un centro de salud metal tras amenazar con llevar a cabo un tiroteo en un recinto de la Guardia Nacional.
El cerco policial ya está en acción
Tras el ataque, el vehículo de Card se encontró en un lugar del pueblo de Lisbon, en el estado de Maine, mientras la policía y el FBI sigue tras su pista.
El Departamento de Policía de Lewiston emitió una orden para que los residentes se mantengan en sus hogares y cierren sus puertas mientras la búsqueda sigue adelante. También se han puesto barreras en las carreteras del estado para limitar sus movimientos y las clases fueron suspendidas.
Los testimonios indican que las personas comenzaron a buscar refugio detrás de las mesas y las bancas del local de bowling en el que un gran número de menores de edad eran acompañados por sus familias.
Uno de los testigos aseguró que vio al responsable con sus armas y logró escabullirse entre los bolos, buscando refugio entre las máquinas. 10 minutos después llegó la policía hasta el lugar.