Ingeniero en climatización desarmó la bicicleta que le regaló a su esposa -que era usada para colgar ropa y bolsos- y la transformó en una joyita que sirve para andar en la calle. Es apetecida por los gringos.
Sin darse cuenta, el ingeniero en climatización industrial, Carlos Ruz (52), fue en busca de cobre y terminó por encontrar una mina de oro al regalarle a su esposa una bicicleta elíptica para que pudiera ejercitarse en sus ratos libres.
Corría el año 2015 y por esos días el país vivía la efervescencia de la Copa América, por lo que el único deporte que acaparaba la atención de los chilenos era el fútbol. Y por su profesión, así lo pudo constatar.
"Tenía la bicicleta en mi casa y sólo servía para colgar ropa y bolsos. Por mi trabajo iba a muchos domicilios y veía la misma realidad que en mi hogar. La gente se aburría de mirar la pared en la casa al hacer ejercicios", recordó.
Lo anterior le sirvió de motivación para hacer algo mejor y rápidamente se le prendió la ampolleta. ¿El resultado? Unificar la bici tradicional con un equipo elíptico, para que todos los amantes del deporte, chatos de ejercitarse al interior de cuatro paredes, lo pudieran hacer al aire libre.
"Desarmé la elíptica de mi señora y empecé a desarrollar prototipos para llegar al resultado final. Fue más de un año y medio de trabajo, compré más bicicletas para desarmarlas y así lograr un diseño que fuera compacto, tuviera manejo fácil y cómodo para la persona", contó.
En ese trabajo cambió los tradicionales pedales por dos pisaderas acopladas a un eje de caja motriz. Eliminó el asiento, para facilitar la maniobra del ciclista y le instaló dos cadenas: una que une el volante dentado del pedal con un segundo piñón, ubicado en un primer extremo de una caja de cambio de siete velocidades.
"Las pisaderas son independientes a las ruedas, pero van en el mismo eje. Así se logra que la bicicleta sea más corta, más compacta y de menor altura", detalló el profesional.
La creación de Carlos Ruz sacó aplausos al interior del Club de Inventores de Chile y rápidamente llamó la atención en el extranjero, pues en Estados Unidos habían tratado de crear una, sin el éxito esperado.
Es más, su innovación dio que hablar en Canadá, donde fue premiada por la Sociedad Internacional de Innovación y Habilidades Avanzadas de Toronto.
Todo suyo. El deseo del inventor es que su joyita permita a muchos amantes del deporte ejercitarse en por la ciudad y sirva como una herramienta para combatir el sobrepeso en la población y también ayude al descongestionamiento de las calles. "Esta es una bicicleta a la que le puedes poner un canasto para salir de paseo o la puedes usar para hacer ejercicios", concluyó.
Y para que nadie se pase de listo, el ingeniero llegó con su creación hasta las oficinas del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi) para registrar el invento, a fin de obtener derechos exclusivos para su explotación comercial.
La directora nacional de Inapi, Carolina Belmar, se mostró sorprendida por el invento y dijo que "este es un claro ejemplo que en Chile se desarrollan nuevas tecnologías y que éstas tiene un gran potencial para ser escalados comercialmente no sólo en nuestro país. Carlos Ruz tomó una excelente decisión al proteger su invento, ya que al hacerlo el Estado le reconoce y asegura la explotación comercial exclusiva de su invención; y por lo tanto, evita que terceros se apropien de los beneficios derivados de su actividad creativa.