José Ojeda: "A veces se me apaga la tele..."

Cientos de colillas de pucho, vasos plásticos rotos y gastadas credenciales de Gobierno. Restos de fogatas, un par de pimientos, dos perros vagos y un letrero que avisa la presencia de una escuela. De fondo, un cartel que reza: "Juntos haremos una faena segura".

Del campamento Esperanza, el mismo que levantaron a metros de la mina los familiares de los 33, queda poco. Incluso, borraron con pintura negra los mensajes de aliento y fuerza que durante 70 días escribieron los parientes en las rocas que rodean el yacimiento. "La misma empresa San Esteban rayó las piedras", cree uno de los 33.

El acceso al pique está prohibido. El empresario del rubro, Sergio Ghiglino, quien adquirió material y minerales en el remate de activos de la San Esteban, bloqueó el paso. Dos cuidadores por turno impiden, a todos los que quieran ver la entrada a la mina que dejó atrapados a 33 titanes, poner un pie adentro del histórico sitio.

"Para dónde va, señor. Si entra me puede fregar a mí, ¿me entiende?", dice uno de los vigilantes.

- Pucha, jefe, vinimos con José Ojeda, el que envió el papelito. Quiere cachar cómo está la mina.

- ¡Aaah, el José!... No, no no... Igual no pueden entrar, Lo sentimos.

A casi un año de la tragedia, José Ojeda, el peladito de voz apacible que le avisó al mundo que los 33 estaban "bien", nos acompañó al yacimiento ubicado a 30 kilómetros al noreste de Copiapó.

El operador mecánico es viudo y vive con dos sobrinas. Lleva más de 27 años trabajando en el rubro y en la San José había cumplido 3 temporadas cuando ocurrió el derrumbe. Su sueldo no era malo: 1 palo 200 mil pesos.

-¿Qué le pasa al estar tan cerca del lugar donde vivió días tan tenebrosos?

- Mira fijo hacia un cerro y nos dice: "Ahí estaban las banderas de 32 chilenos y un boliviano... Eso es lo raro de estar acá: Imaginarse lo que se vivió afuera. Me da lata que hayan borrado los mensajes que escribieron nuestros familiares y amigos".

- ¿Pero no le trae recuerdos de los días que estuvo atrapado?

- Siempre tengo recuerdos. No puedo hablar mucho del tema, pero te puedo decir que dejé todo lo malo de mí a 700 metros de profundidad.

- ¿Cómo es eso?

- La experiencia es tan fuerte, tan mala, que abajo empecé a valorar a mi familia y amigos, lo que realmente importa.

- ¿El peor momento abajo? ¿Lo puede explicar?

- Todo. Pero, por ejemplo, estuve cuatro días sin dormir un segundo abajo. Eso es para volverse loco.

- ¿Y cómo está ahora?

- Sicológicamente no muy bien. Ando distraído todo el día y a veces se me apaga la tele cuando estoy en la calle. Estoy en un lugar y no sé como llegué ahí.

-¡Chuta! ¿Y no está con tratamiento?

- Sí, soy de los que sigue con licencia. Tomo algunas pastillas diarias para estar bien, pero no siempre lo logro.

"CORAZÓN DE MINERO" CUIDÓ COMO HUESO SANTO LA BOMBA 4

José Ojeda, "Chupetín" para sus amigos íntimos, es adicto al diario pop. Y por eso agradeció tanto cuando por las palomas les mandamos algunos de nuestros ejemplares.

"Era el diario que más se estaba leyendo, porque lo mandaban siempre. Un saludo, gracias por todo, estuvieron muy preocupados de nosotros, sólo queda agradecer. Ahora sí estamos bien en casa los 33", nos dijo tras el rescate.

Sin embargo, lo que más agradeció el "Corazón de Minero" fueron las Bombas-4 que llegaron a levantar el ánimo y otras cosas de las 33 víctimas de la mina San José. Ojeda pasaba pegado a una de las joyitas, aunque diga que "abajo bloqueamos la parte sexual".

COMPARTIR NOTA