La historia de la joven que rescató a una gaviota moribunda y la rehabilitó en la tina de su baño

En Viña del Mar, Rocío Mellado se encontró con un ejemplar de esta ave costera, agonizante producto de una intoxicación. Durante semanas, la alimentó y le dio todos los cuidados para que volviera a su hábitat.

Era temprano en la mañana. El sol apenas asomaba entre las nubes que cubrían el cielo del litoral central. Rocío Mellado había salido a hacer ejercicio durante la franja deportiva.

Por la costanera avanzó desde Reñaca hacia Viña del Mar. Cuando estaba llegando al sector de Las Salinas vio algo en la arena, una ave desparramado cerca de donde rompían las olas.

Apenas se movía.

Quiso ayudarla, pero no podía llevarla al trabajo. Así que tomó al ave y la escondió entre unas plantas, con la esperanza de que no fuera descubierta por un perro o una persona con malintencionada, "deseando que no muriera en esas horas".

Cuando su turno laboral terminó, regresó por el ave, y ahí seguía, débil, prácticamente inmóvil. La envolvió con su chaqueta y tomó la primera micro que pudo hasta su casa. La ciudad estaba en cuarentena así que tuvo suerte de que no la fiscalizaran.

Ya de vuelta en su hogar, le echó una revisada al pájaro y no parecía tener ninguna herida. Pero estaba casi totalmente paralizado, con el cuello hacia abajo. Rocío pensó que se podía tratar de "algún tipo de envenenamiento".

Se puso a googlear en busca de respuestas.

¿Intoxicada?

Y encontró que podía tratarse de botulismo aviar, padecimiento que paraliza los músculos del animal, y que se produce por consumir la toxina C que se encuentra en la bacteria clostridium botulinum.

Esta intoxicación no tiene cura específica. Todo dependerá de la cantidad de toxina que haya ingerido el ave. Eso determina sus posibilidades de sobrevivir, según averiguó Rocío. En caso de que haya consumido mucha cantidad, "morirá por una parálisis de los músculos respiratorios".

Ante ese escenario, solo quedaba esperar a que la toxina saliera, lentamente, del organismo.

Para lograr la recuperación, Rocío le dio pastillas de carbón para que estas absorbieran la sustancia y luego fuera evacuada con la digestión. Pero no bastaba con eso.

"Como las aves enfermas no pueden tragar", los dos primeros días Rocío la alimento a través de suero salino, jurel molido y complejo B vía sonda, directo al buche, la bolsa membranosa que es parte del aparato digestivo de estos animales.

La gaviota resistió las primeras 48 horas. Desde ahí en adelante, en Instagram, Rocío fue relatando los avances del ave cada jornada, mientras la alojaba en el baño de su casa. La llamó "Patito".

Día a día

3

Empieza a comer sólidos, aunque le cuesta tragar; necesita ayuda. No se pone de pie.

4

No se mantiene de pie sin perder el equilibrio.

5

Se mantiene de pie por más tiempo. Mejor apetito, pero come con ayuda

6

Mejorando el equilibrio. Tragando mejor

7

Empieza a caminar (tiene el baño todo cagado). Traga mejor. Se maneja algo en el agua (nada en la tina).

8

Mejor motricidad. Extiende las alas.

9

Puede asearse el plumaje. Tiene fuerza para tratar de salir del agua.

10

Puede comer sin ayuda.

11

Mantiene el equilibrio en los bordes (de la tina). Confía en mí y no me picotea.

12

Empieza a volar tramos cortos (de la tina al retrete). Casi consigue salir de la bañera.

13

Ya traga perfecto.

14

Logró volar hasta el lavamanos (lo que es una distancia algo mayor).

La despedida

Tras dos semanas, desenvolvió a "Patito" de una toalla y le dejó sobre la arena de la playa. El ave dio algunos aletazos y se puso de pie. Caminó, dejando atrás sus huellas en el suelo.

Ya cerca del mar, abrió las alas y voló, para luego aterrizar sobre el agua, dejándose mecer el suave oleaje.

"Patito" ya era libre.

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