Jóvenes "juguitos de smartphone" son más infelices: sepa cómo ayudarlos

Los últimos estudios de la universidad gringa de San Diego son alarmantes: los jóvenes de entre 15 y 18 años que pasan todo el día pegados al celular, y no lo sueltan por nada del mundo, son mucho más infelices que los que realizan otras actividades.

Con esta tendencia bajo el brazo, conversamos con dos jefes de familia y un experto, para saber cómo se da este fenómeno entre los jóvenes de nuestro país.

"Mi Anaís pasa todo el día pegada al celular. Y ahora, que está de vacaciones, hasta desvela, se queda hasta altas horas de la noche viendo las redes sociales y hablando con sus amigas, tiene 15, y yo creo que a su edad es algo normal. Pero ahora, que se vaya poner triste o andar infeliz por la vida, ni por si acaso, eso va de la mano de la educación que uno les dé también", cuenta María Isabel Neculpí, tecnóloga en laboratorios, sobre su hija quinceañera.

Es más, para evitar cualquiera de estas adicciones que les borran la sonrisa a los niños del mundo, esta mamá tiene las reglas claras.

"En la casa, cuando se dice que no hay que ocupar el celular, no se ocupa nomás. Tiene que haber tiempo para cada cosa: para compartir en familia, para estudiar, para los amigos y para el celular", explica María Isabel.

Los que sucumben

Pero como no todo es miel sobre hojuelas, está el caso de Rigoberto Gutierrez, quien ya no sabe cómo sacarle de las manos el aparato a su cabro de 18 años.

"Fue como que me dieran justo en el nervio con la pregunta. Mi hijo Andrés es de los que está siempre, pero siempre con su celular en la mano. Estamos en la mesa comiendo en familia, y él tiene su aparato ahí encima. Lo deja en silencio, pero cada vez que un amigo le habla, nos vibra toda la mesa. Además, me he dado cuenta que desde que usa esas aplicaciones, en que hay algunos que son más populares que otros, y a él no le ponen muchos 'Me Gusta', como que lo veo bajoneado. Y eso ni hablar de si lo amenazamos con no pagarle el plan, es peor, anda todo el día enojado, es peor el castigo a que ande con el aparatito todo el día", se lamenta.

Lo bueno y lo malo

Ivette Rapaport, experta en redes sociales y académica de la Universidad Mayor, analizó este problema.

"Las redes sociales crean esta suerte de anonimato y soledad, que crea terror en los jóvenes, y esa falsa felicidad con las listas de amigos es un problema bastante serio cuando te enfrentas a la realidad. Esto genera estrés, porque están constantemente exponiendo su vida privada para ser reconocidos", admite la profesional.

Claro que para Ivette no todo es negro. "Igual es bastante positivo cuando estos lugares digitales convocan otros sitios sociales, desde organizar tarreos en ciertas ciudades donde comparten, hasta las carreras que se promocionan, y ahí hay un estado social que es muy relevante, que se pudo vivenciar, por ejemplo, con 'Pokémon Go', cuando se podía ver a muchos cabros en la calle compartiendo y capturando".

Para la especialista, el problema aparece cuando "su mundo se transforma en la pantalla del celular, y que esto lleve a los jóvenes exponerse a situaciones de riesgo, como el acoso, por ejemplo".

Entre los puntos que destaca Rapaport como una de herramienta de los padres para poder guiar a sus adolescentes, destacan varios: "compartir con ellos espacios sociales del mundo virtual, lo que no pasa por que la mamá le de like a la foto, más bien preguntarle: '¿qué subiste a Instagram?', o '¿qué foto linda había hoy?'. Hay que incorporarse, no meterse directamente en su mundo, pero tampoco estar ajenos a las nuevas tecnologías", completa.

(*) "Fui mullennial"

Los zumbidos del MSN, las imágenes en Fotolog y matar el rato con algún juego en "flash" eran las grandes entretenciones para los "mullennials" de mediados del 2000.

Claramente, hoy cada "app" que existe es de una utilidad y alcance que parece que nos devora, pero llama la atención cómo ese fenómeno pega en los más jóvenes, que han aprendido a hacerlo (casi) todo por la web.

Bacán, pero a veces es rico el olor a pasto.

(*) Rodrigo Ruiz, editor de Vivir Bien

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