De estrella de la lucha libre a "La mataviejitas"

La extrema venganza en contra de mujeres de la tercera edad de Juana Barraza, la asesina en serie más famosa de México.

El rostro de la mexicana Juana Barraza Samperio es duro, algo así como la versión femenina del actor Danny Trejo, del filme "Machete". De pelo corto teñido en color rojo, frente pequeña y pómulos marcados, es una mujer alta y corpulenta que se hizo conocida como luchadora y luego como la asesina en serie más famosa de su país.

La violencia siempre fue su camino, porque desde pequeña se tuvo que defender. Quizás el más trágico ejemplo fue cuando su alcohólica madre cambió la virginidad de su hija con un desconocido a cambio de más trago para un carrete.

Probó en varias cosas por largos años, hasta que su gusto por las peleas la llevó a trabajar vendiendo palomitas de maíz en eventos de lucha libre, una de las tradiciones más acuñadas en el pueblo charro.

No pasó mucho tiempo antes de que su apariencia llamara la atención de los organizadores y se convirtiera en "La Dama de Silencio", una peleadora que con máscara de mariposa y traje color rosa logró recorrer varias veces los Estados de la nación azteca.

Por entonces aprovechó de perfeccionarse en el arte de los maguachis y se sometió a un estricto régimen de acondicionamiento físico, que a la fecha de su retiro, a los 43 años, la tenía dura como roca.

Eligió el 2000 para bajarse del cuadrilátero, más que todo por lo emblemático de la fecha, y aunque luego trató de volver a las pistas, nunca más pudo. De ahí en más, hasta el 2006, se convirtió anónimamente en "La mataviejitas", su enfermiza venganza personal en contra mujeres de la tercera edad que le recordaban a su madre.

Y aunque se dice que su primer asesinato ocurrió en los años 90 pero nunca se pudo acreditar, lo concreto es que desde el cambio de milenio Juana utilizó las técnicas aprendidas en la lucha para asfixiar o derechamente matar a golpes a ancianas en sus propias residencias.

Durante 6 años la policía intentó dar con el la identidad del asesino. Por datos de testigos, la contextura de Barraza hizo que siempre buscaran a un hombre, hasta que un error de la propia mujer la hizo caer tras matar a su última víctima mientras otra persona se ocultaba al interior de la casa.

Aunque fue acusada por casi 50 crímenes, la Justicia local sólo logró acreditar 17 asesinatos con robo, que de todas maneras fueron suficientes para condenarla a 759 años tras las rejas.

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