Juanca y Marcos saben pisar el palito

Cargado a las margaritas, los daiquiris y las primaveras con paraguas al revés estuvo el carrete simbólico en el que los peluqueros Juan Carlos y Marcos sellaron para siempre su amor homosexual. Los cabros prometieron hacerse cariño hasta por lo menos el 21 de diciembre de 2012, cuando el caregallo y el centro de la Vía Láctea se alinearán y nos iremos todos a la cresta, según profetiza el Testamento Maya.

Los machos a medio sancochar, ambos de 26 pepones, prometieron entregarse con tutti y andar para todos lados juntos, en un brillo que el sábado en la noche se realizó en el restorán "Las Tórtolas", ubicado en la playa Caleta Portales.

Tras jurarse fidelidad en las alegrías y las penas, en la salud y en la enfermedad, Marcos y Juan Carlos formalizaron sus cinco años de pololeo ante 50 invitados, que arrasaron con todo el mastique y el bebestible.

"Nos conocimos por medio de una amiga en un concierto de la cantante Javiera Mena, en Valparaíso. Desde ese recital nuestras vidas cambiaron, ya que una semana después nos fuimos a vivir juntos y empezamos a trabajar en el mismo salón de belleza. Tras pasar harto tiempo juntos, decidimos casarnos porque siempre quisimos ser marido y marido", contó Juan Carlos, quien además es productor de eventos.

El ahora esposo de Juanca, Marcos, agregó que "quisimos hacer el matrimonio en la playa porque es simbolismo de libertad. Para la ceremonia elegimos a un religioso que realizó todos los votos. Gracias a Dios salió todo bien".

Entre los invitados y testigos de la ceremonia destacaron gays, lesbianas, heterosexuales, paracaidistas, colados y también nuestro corresponsal que, a pesar de irle al Necaxa, igual se emocionó cuando Juan Carlos, vestido de blanco, y Marcos, de traje oscuro, se pusieron las argollas.

Los novios también tiraron el ramo de flores y se encargaron de partir la torta adornada en la punta con dos monitos: Un hombre y el otro también.

Marcos y Juanca se viraron de la fiesta a las 2 y media y ayer todavía no abrían la peluquería.

COMPARTIR NOTA