Jugadores de la Roja andan terrible relajados en EEUU

Ah, no si no. Por más que el disco rayado repite una y otra vez que no hay ninguna diferencia entre Jorge Sampaoli y Juan Antonio Pizzi, más allá de los centímetros y no, precisamente, los que se notan cuando hace frío, la dura de las duras es que en la práctica la alegría llegó.

Mientras con el “Chico” lo máximo que podían asomarse los seleccionados era al hoyo, pero del ojo de pez de las puertas de sus habitaciones, con el “Macanudo” regresó la mano que había con Nelson Acosta, por ejemplo, cuando los jugadores tuvieron el permiso para penetrar las puertas del hotel. Cuando se lanzaron el jamón fue otra cosa.

En Boston ha sido la cumbia. Mientras Gary prefirió salir con el Edu Vargas el miércoles a recorrer las calles cercanas al Sheraton, Arturo Vidal optó por ir al mall a vitrinear cosas tecnológicas. El “Rey” sapeó teléfonos y audífonos gigantes, de esos que le encanta usar para pasar piola. Mmm, ya.

Claudio Bravo, en tanto, se dedicó a conocer los atractivos artísticos (a dos cuadras del cubil felino nacional está el Colegio de Arquitectos de Boston) y Mark González se encontró con un broder que no veía hace tiempo. El “Chico”, además, es de los pocos que se peina con el inglés y no tiene que andar como Tarzán por las calles.

De todos, eso sí, el que más estrujó su visita a la ciudad más importante de Nueva Inglaterra fue el “Chapa” Fuenzalida, quien el miércoles se escapó a conocer nada menos que la Universidad de Harvard, donde según los registros oficiales apenas ocho chilenos han estudiado con todas las de la ley en toda su larga historia.

"Siempre pensé en jugar y cuando no pensé en estudiar. Y aunque estudié en la Católica, que es la mejor de Chile, me imaginé llegar a Harvard, aunque son palabras mayores. Y fue impresionante estar en la universidad, que no se puede conocer ni en dos o tres días", contó el "Chapa", que también se maravilló con la arquitectura de Boston, pues "es tan inglesa como me habían contado". Otro nivel, poh.

Según fuentes del cuerpo técnico, el permiso de Pizzi apunta en ningún caso a que se desbande el rebaño, si no a cumplir con la palabra de darles respiro a jugadores que vienen chatos de sus temporadas en Europa y que no tuvieron vacaciones como la gente para hacerse pedazos.

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