No es un misterio que para los presos la época de Navidad es la más triste del año.
María Eugenia Cayucura lo sabe y por eso le llevará a su hijo, de 30 años, recluido por narcotráfico, un asado de chancho con papas cocidas, arroz y ensalada. Además, ya le entregó el regalo: unas zapatillas Jordan.
"A mí él también me dio algo, fue un reloj de mármol que hizo con sus manos", apuntó.
La mujer de El Bosque, que se instala cuatro días a la semana a vender confites afuera de la Peni, contó que lo más triste para su hijo, que se encuentra en "Colina 1", es pasar la Navidad lejos de sus dos gemelas de 12 años, porque él se lleva mal con su ex y no lo visitan.
En tanto, unas chiquillas que hacían fila para visitar a sus parientes internos en la cárcel de calle Pedro Montt contaron que la Peni es de los recintos en donde mejor se pasa la Noche Buena, porque instalan juegos inflables, hay pintacaras para los niños y un recluso se disfraza de Viejo Pascuero. ¡Lo único que falta es cola de mono!
También contaron que la fiesta en "Santiago 1" es una lata porque hay pocas actividades para hacer menos triste el encierro en esta fecha, y tampoco pueden entrar mucha comida.
Tradición carcelaria
El hijo de Luisa Loyola saldrá el 28 de febrero y su mamá dijo que no le regaló ropa porque una tradición carcelaria indica que los presos que acceden a la libertad le dejan sus mejores pintas a los compañeros que seguirán en cana.
En "Colina 2" está Roque Quintanilla, quien cumple una condena de diez años por haber participado el 2014 del asalto de un camión de valores en el aeropuerto Pudahuel, denominado "El robo del Siglo" ya que se pelaron seis mil millones de pesos.
El interno, que pasará su primera Navidad preso, contó que están entusiasmados preparándose para la visita de sus seres queridos que será el domingo 25, y que durante todo el año juntaron platita para hacer buenos regalos.
Desde Gendarmería informaron que depende de cada recinto autorizar la celebración de festividades, las que por lo general se hacen en todas las cárceles.
El ambiente es aún más melancólico en los recintos femeninos, porque muchas internas son mamás y lo único que quieren es que las fiestas pasen luego para volver a los días monótonos que pasan volando.