Brett Michael, como muchos inmigrantes, llegó con lo puesto a Santiago. Ahora es dueño de un restaurante que es el favorito de la colonia boliviana.
Cuando una ola de inmigrantes bolivianos cruzaba la frontera en busca de oportunidades, llegó Brett Michael (42 años). Arribó en Santiago, con sólo 50 dólares en su billetera y su bolso. Caminando por la ciudad, con un poco de hambre, vio en un letrero que vendían churrascos. Se acercó y pidió uno, cuando le llegó el plato a su mesa Brett, miró el pan con carne, luego a la señorita y le dice: "Parece que se equivocó, yo quiero un churrasco". La mujer le responde "este es el Churrasco". Para él un churrasco era una gran ensalada con una carne contundente y arroz. Le explicó a la mesera cómo era el churrasco en Bolivia y ella entre risas le contestó "¡bienvenido a Chile, este es el churrasco!".
Se gastó la plata en comida y quedó sin nada. Cuenta que una de sus noches fue caótica, "nunca la voy a olvidar", dice Brett. Tuvo que dormir en la Plaza de Armas, porque no tenía dónde dormir. Se quedó sin dinero para un hostal. Al día siguiente de esa experiencia, se puso a buscar trabajo por todos lados. Le costó mucho conseguir uno, hasta que conoció a una familia que tenía una panadería. Ahí aprendió a hacer pan, sobre todo marraqueta; poco a poco se iba interiorizando de las costumbres chilenas.
Esta familia lo acogió, le dio donde alojar y comida, además le pagaban un sueldo. Ahorró por harto tiempo, lo que le alcanzó para independizarse y hacer una amasandería. Fue así cómo conoció a una chilena de la cual se enamoró y luego se casó. Ella como pastelera lo ayudó y apoyó en su proyecto. Así comenzaron este pequeño emprendimiento de pan y pasteles, que cocinaban y repartían ellos.
Empezar de cero
Pero el negocio no siempre dio frutos, llegó un momento en que las cosas no estaban saliendo bien. Perdieron mucho dinero, los embargaron y le quitaron todo. Tuvieron que empezar de cero y se compraron una cocinilla con unos puntos del supermercado Líder. Con eso comenzó un nuevo negocio pero ahora de sanguches, les fue bien y surgió la idea de hacer un restaurante.
Las Buri cambas y "juntes" en la casa de Brett
La historia del restaurante inicia gracias a las redes sociales. Brett y su esposa hicieron un rico plato boliviano y luego lo subieron a Facebook. Muchos bolivianos comenzaron a darle "like" o comentar, ambos pensaron que quienes contestaban eran personas que vivían en Bolivia. Pero no era así, los que comentaban la foto y daban "me gusta" eran bolivianos que vivían en Chile.
La situación les llamó tremendamente la atención, porque a la gente le gustaba lo que hacían. Empezó a invitar a su casa a quienes comentaban la foto, los recibía en su terraza y les daba exquisiteces bolivianas. Así creó una gran red de contactos en su mayoría compatriotas de Brett, que valoran su cocina y buscaban reencontrarse con su cultura. Estas reuniones o "juntes" las llaman Buri cambas, fiestas amazónicas en son de la comida. "Este lugar más que un restaurante es un lugar de encuentro", comentó Brett.
Fue así como se creó este restaurante boliviano llamado "La casa del camba" (Av. Los Pajaritos 4307, Maipú), una "picada" (local) que busca unir la comida boliviana con la chilena. Para quienes desean reconectarse con sus costumbres y saborear las comidas de sus tierras.
Brett se siente como en casa, pero extraña su país y su familia. Sin embargo, aquí está contento, formó una gran familia, se independizó y trabaja en lo que le gusta. Le costó mucho llegar a eso, pero con esfuerzo y dedicación lo consiguió. Hoy, este "camba" es un emprendedor, que gracias a su fascinación por la cocina construyó un restaurante que hace sentir en casa a más de un inmigrante boliviano.