La bella Caleta Tortel esconde una historia de abandono, sufrimiento y muerte, que hoy se convirtió en un monumento que recuerda a los más de 50 trabajadores que perdieron su vida.
Abrir una ruta que facilitara el comercio entre el sur argentino y el Océano Pacífico era el objetivo de la Sociedad Explotadora del Baker en 1905. Un proyecto innovador; poco más de 200 hombres se asentaron durante seis meses en el sector de Bajo Piragua, a seis kilómetros de Caleta Tortel.
Desde Dalcahue, en Chiloé, zarpó el barco que los llevó al inhóspito sitio. En medio de la vegetación se instalaron, pero al pasar de los días, el sueño de la buena paga, se volvió en pesadilla.
Comenzaron a desaparecer los víveres, mientras la empresa decía que pronto un barco llegaría con alimentos. Los trabajadores comenzaron a enfermarse por lo duro del clima y una dieta en base a carne salada y arroz. Llegó el frío y muchos murieron.
Un grupo de trabajadores comenzó a sostener que brujos alacalufes contratados por la Sociedad Explotadora, querían matarlos por medio de hechizos, mientras otros sólo se dedicaban a buscar una salida en el agua. Un 4 de octubre de 1906 apareció el buque "Araucanía". En la isla sólo quedaban 149 sobrevivientes, más de 50 fueron enterrados junto al borde del río Baker.
Los tripulantes del navío observaban como en la entrada de la isla decenas de cruces, hechas de cipreses con pequeñas lápidas escritas, adornaban los árboles. Al descender, se dieron cuenta del desastre: cuerpos en avanzado estado de descomposición estaban en pequeñas cajas de madera que dejaban piernas y brazos a la intemperie. Tras la dantesca escena, el capitán subió a los trabajadores que aún se mantenían en pie. Algunos murieron en el regreso a puerto seguro, mientras otros nunca superaron lo sucedido.
Años más tarde, un grupo de arqueólogos exhumó el sitio para buscar la verdadera causa de la muerte, pero no encontraron detalles precisos. Durante las noches, voces de auxilio se escuchaban; sonidos desgarradores que sorprendían a quienes investigaban. Para muchos, era la prueba de que las almas de los hombres que esperaron una salvación que nunca llegó.
Brujos intentaron sanar Bajo Piragua, pero no lo consiguieron. Los espíritus aún deambulan. Hoy, el sitio es parte de los tours que llegan hasta Caleta Tortel, un lugar que el Consejo de Monumentos Nacionales quiso proteger para mantener la memoria de los trabajadores.
"La Carretera Austral ha potenciado la isla como atractivo, atrayendo anualmente a más de 3.500 turistas. Lo que ha obligado a realizar una serie de iniciativas para evitar su deterioro natural, protegiendo la erosión que le causa el caudaloso río Baker; restaurar el cementerio y sus tumbas, y construir un nuevo embarcadero, que considera un circuito de pasarelas de 1.200 metros de recorrido", explican desde el Consejo.