En Coronel los mineros descubrieron un árbol que sangra hace más de 100 años.
Los mineros del carbón siempre fueron personas creyentes. El riesgo de perder la vida en los múltiples accidentes que se provocaban bajo tierra era alto. Por eso, no llama la atención que más de alguno ingresara a la mina santiguado con un padre nuestro, otro Ave María y un talismán.
Pero en un lugar particular, específicamente en el Pique Arenas Blancas de Coronel, pasó algo único. Sucedió luego de que un grupo de mineros construyera un camino para despejar el sector. Cortaron cuanto árbol se les cruzó por delante, hasta llegar a un gran boldo en medio del camino.
Con hacha al hombro intentaron derribarlo, pero la sorpresa fue gigantesca cuando desde el primer tale brotó sangre del árbol. Creyentes, pararon la poda y corrieron donde el cura del pueblo que llegó a ver la situación. Incrédulos por lo visto, el padre ordenó que no se tocara más el árbol porque lo considerarían como protector de los mineros.
Lo cuidaban, le prendían velas e, incluso, le solicitaban mandas colocando placas alrededor de la raíces. Todo hasta que un día un afuerino se atrevió a cortar nuevamente el boldo. Sin conocer la historia, pidió un hacha y enfiló al árbol con la intención de obtener leña. Ahí la escena se repitió. Bastó un golpe para que nuevamente brotara sangre.
Con el término de la tradición minera y la emigración de muchos obreros, el lugar comenzó a estar abandonado, hasta que grupos que buscan resguardar la historia de la zona lo recuperaron.
Actualmente, las personas continúan pidiendo favores al boldo de siete metros y cientos de placas adornan al árbol que en sus raíces tiene varias animitas que recuerdan a los mineros que perdieron la vida bajo tierra.