En medio de una postal que se asemeja más a Islandia que a Chile, se enclava la Estancia San Gregorio, lugar distante a 120 kilómetros de Punta Arenas por la ruta Ruta Internacional Monte Eymond, un punto en medio de inmensidad patagona.
Comenzó su producción en 1876, cuando los colonos ingleses llegaron a la zona para impulsar la ganadería. La estancia se ganó el puesto como la más productiva y grande del lugar, por lo que vivió su apogeo a inicios de siglo.
Esta mini ciudad contaba con estación de tren, muelles y servicios básicos para quienes la visitaban. Pero la labor del pastoreo y la industria ovina fueron bajando lentamente su producción, dejando que los habitantes fueran abandonando paulatinamente el lugar.
El despoblamiento de la zona vino con algunos accidentes ocurridos en el buque Amadeo, que aún hoy está abandonado en el mismo sitio.
Finalmente los inquilinos del sitio emigraron, dejando todo botado y con ello parte de la historia del extremo sur.
Pese a ello, la majestuosidad del abandono devolvía a los ocasionales turistas narrando historias paranormales supuestamente vividas en lo que quedaba de la estancia.
La silueta de una mujer vestida de época comenzó a asomarse en las fotografías de aquellos osados visitantes. Quienes se han topado con esa blanca y tenebrosa imagen, relatan que la aparecida siempre se muestra entre las ventanas rotas de la casona central.
Un rostro senil aparece sigilosamente en medio de la nada. Eso sí, hay quienes juran que han tenido encuentros aún más cercanos con la entidad, asegurando que han dialogado con ella.
Gentilmente se acerca a los turistas para solicitar ayuda con tal de regresar a su casa con el argumento de no tener buena visión. Quienes ayudan a la abuelita relatan que ella balbucea algunas palabras mientras la acercan a su casa. Cuando se encuentran en medio de la estancia, una fría y fuerte brisa comienza a tomarse el lugar, mientras la dama desaparece en la inmensidad del paisaje austral.
Lugar patrimonial
Pero no eso no sería todo. Algunos testigos aseguran haber oído voces y ruidos provenientes de los galpones en donde se esquilaba a las ovejas. Sonidos pidiendo auxilio y fuertes gritos que intentaban comunicarse con el mundo exterior.
Justamente este recinto es el más terrorífico de todos. Aún están apilados cerros de lana que nunca fue procesada, guardando polvo en todos sus rincones. Un espacio enorme en donde las sombras pasean de un lugar a otro buscando un territorio para resguardarse.
Durante las noches el panorama es aún más tétrico. Cuentan los lugareños que aparecen luces en el horizonte de la estancia, pese a su abandono hace más de 80 años. La actividad de espectros que deambulan en este terreno ha convertido a San Gregorio en un lugar para visitar por los habitantes del resto de la región, quienes incluso han sumado a este sitio como parte de la ruta paranormal de la zona.
Declarado lugar patrimonial y típico hace décadas, su deterioro es permanente, por mucho que sea paso obligado cuando alguien viaja a Ushuaia o Puerto Williams. Y claro, solo el espíritu de la anciana custodia lo que sucede en este sitio.