En el Cajón del Maipo, el sanatorio sirvió como hogar para cientos de menores contagiados por enfermedades, de las cuales algunos no lograron sanarse, dejando sus almas en el lugar.
A inicios del siglo pasado, cualquier enfermedad podía ser mortal para los niños. Por eso, para sus cuidados, se buscaban recintos alejados de las zonas urbanas, uno de ellos fue el Preventorio San José de la Cruz Roja, ubicado en el Cajón del Maipo.
El recinto llegó a albergar a más de 300 menores, quienes en su gran mayoría llegaban por tuberculosis y cólera.
Al ser un recinto de alto riesgo, era común que muchos de los chicos no lograrán sobrevivir, pero había una imagen tétrica que anunciaba la llegada de la muerte, ya que quienes estaban desahuciados eran paseados por los verdes prados hasta llegar a un puente que atravesaba el Río Maipo y separaba a los enfermos más graves de la casona de aislamiento. Los internos no lo sabían y sólo se quedaban mirando por los ventanales quién era el niño que se iba y pocas veces regresaba.
El recinto cerró sus puertas años más tarde, pero la lúgubre historia hizo que muchos curiosos comenzaran a llegar al sitio cuando sólo eran ruinas. Interesados, se internaban entre las malezas para buscar algún hecho paranormal, encontrando el sufrimiento de los menores que aún estaba latente.
Gritos de auxilio eran comunes en sitios como el salón principal y la morgue del lugar, donde también la sensación térmica bajaba de manera súbita, aunque lo más llamativo son los registros gráficos del lugar.
En fotos se pueden observar siluetas difuminadas de niños vestidos con las túnicas de la época y rostros de los menores, que llaman la atención de los visitantes. La historia más conocida es la de Simón, cuya alma aún deambula por el lugar.
Se han realizado sesiones de espiritismo para conocer cuál es el objetivo del niño en el Preventorio, pero él sólo pide que lo dejen tranquilo. Esa, sería sólo una de las almas que aún busca la paz perdida, aunque los trabajadores del lugar, que ahora se convirtió en un museo para los visitantes al Cajón del Maipo, aseguran que los espíritus que merodean no se manifiestan para asustar, sino que sólo para pedir ayuda.
Hace tres años el lugar fue remodelado casi en su totalidad y lo más llamativo son las áreas que no se intervinieron y hacen que uno se sitúe en la década del 30', sintiendo el inmenso dolor de los niños.