El pájaro surca los aires nortinos en busca de oro y plata para alimentarse, pero cuando un minero lo ve en el horizonte más de alguna desgracia puede pasar.
En Atacama la minería es la principal actividad. Entre cerros, montañas y lugares alejados de todo, la esperanza de encontrar una veta de oro que cambie la vida de los mineros es el sueño de todos.
Para llegar a los sitios siguen a su instinto o miran al cielo esperando una señal que se asome desde lo más alto, especialmente durante las noches, cuando un ave singular suele surcar el horizonte. Para los creyentes sólo existen dos opciones, seguirlo y esperar que quiera entregar parte de su fortuna sin llamar a la desgracia o dejar pasar la oportunidad para que algún otro incauto crea en su magia.
Ese ave es el Alicanto, que es un enorme pájaro de amplias alas, enormes patas, plumaje brillante que se funde entre la plata y el oro, que con su paso pareciera alumbrar todas las noches del desierto. Es cauteloso, no deja huellas al pisar, por lo que suele ser traicionero.
Sus apariciones son relacionadas con fortuna, ya que se alimenta de metales y siempre logra su cometido.
Los obreros se convencen que lograrán un gran botín, gracias a su pasado con éxito en búsqueda de metales, pero no siempre sucede eso. Según las historias, el Alicanto sabe a quien ayudar, por eso cuando alguien no es ambicioso el volátil entrega sus escondites más secretos entre grutas y quebradas recónditas, ayudando a que el camino de regreso se haga más fácil acompañado de las riquezas que mantiene en secreto.
Caso contrario pasa con los que sólo creen en la riqueza y no quieren repartir el botín. Ahí, el pájaro sabe cómo hacerlos fracasar una y otra vez, haciendo que pierdan todo lo que alguna vez soñaron, dejándolos ciegos con su resplandeciente penacho o haciéndolos vagar hasta abandonarlos en medio de la nada.
En Atacama hay quienes confían en la idea que el Alicanto aún continúa mostrando su plumaje en la tierra árida, y así, muchos siguen creyendo en su infinita magia llena de lujos y metales preciosos. Otros han sido presa de su ambición, y el pájaro los ha hecho pagar. Mito o verdad, eso sólo queda entre el Alicanto y quienes lo han visto.