Ni una parálisis provocada por un accidente cerebro-vascular en 2003 ni el cansancio de una hora de camino fueron impedimento para que Carlos Jofré (63) llegará hasta la tumba de su mamita que descansa en el Cementerio General.
Don Carlitos a duras penas puede caminar. Con su muleta se abre camino al andar entre flores y vendedores que hacen un alboroto de un día que para él es sagrado. Puede oír gracias a unos audífonos gigantes y se le nota cansado, pero la visita al cementerio para ver a su madre fallecida hace 6 meses es una procesión que la discapacidad no le arrebata.
"Mi enfermedad no es excusa para quedarme en la casa. Me cuesta caminar y hablar, pero acá estoy cumpliendo con mi madre en esta fecha tan importante", comentó Carlitos, quien rosas en mano y con su mejor pinta recorrió de punta a punta el camposanto capitalino.
"Vengo desde Pudahuel, tomo dos micros para llegar hasta acá y además camino el trayecto desde la calle Recoleta hasta la tumba de mi madre (está cerca del patio 130)", contó el hombrón.
Una persona con la movilidad normal recorre el trayecto de don Carlos en 40 minutos; él lo hace en más de una hora, pero no se complica. Aunque lo miren raro por su discapacidad, dice no tener mayores preocupaciones que poner la flores prometidas ante los restos de su madre.
-¿Nadie de su familia lo acompañó?
- Estoy re bien. ¿Tú me ves mal? Mi familia no vino porque a mí me gusta estar solo, a veces es mejor así, se aprovecha mejor el tiempo.
- Vino con su mejor tenida. Su sombrero tiene puro estilo...
- Yo trabajé muchos años vendiendo ropa y zapatos. Me gusta vestirme bien. Aparte, si vengo al cementerio hay que venir como corresponde. Es un lugar santo.
Al igual que don Carlos, miles de personas llegaron a los distintos cementerios del país para visitar a sus seres queridos que ya partieron.
Según la administración del Cementerio General, en los cuatro días de fin de semana largo más de 800 mil personas se dejaron caer en el camposanto.
Para evitar atados delictuales, Carabineros montó un plan de contingencia para cortale la inspiración a los manilargas que no respetan ni los días de reflexión.