En 2017, Gonzalo Winter consiguió apenas un 1,2% de los votos en la carrera como candidato a diputado por el distrito 10. En aquella ocasión, fue arrastrado por la votación de Giorgio Jackson. Se lo entrostraron por largo tiempo. En el fondo, era una forma de inhabilitarlo. Sin embargo, cuatro años más tarde, fue elegido con un 14%. Fue la tercera mayoría nacional y hoy, a cuarenta y cuatro días del plebiscito que definirá si Chile se decanta por una nueva Constitución, es uno de los rostros más importantes del Apruebo. Aquí, con el diario pop, habla de eso: por qué es importante una nueva Carta Magna, de las mentiras de sus contendientes, su trayectoria y algunas de sus pasiones.
El modelo neoliberal le arrebató a la gente la sensación de que era dueña de la pluma que escribía su historia; les dijo que el modelo de desarrollo y que el modelo de producción y reproducción de la vida era uno solo: el actual. Y que la política no era la herramienta de transformación y emancipación de lo sencillo, sino que era un asunto anecdótico que no tenía capacidad de transformar nuestras vidas.
Una de las cosas más importantes del triunfo del Apruebo es que Chile vuelva a sentir que su destino, en gran parte, depende de sí mismo. Y que puede tomar decisiones que cambien las cosas y que no está constreñido por una camisa de fuerza que nos dejó un conflicto ocurrido en un momento en que casi la mitad de los que vamos a ir a votar, no habíamos nacido.
Hay un conflicto en torno a la percepción que mi generación tiene sobre los 30 años. Y yo quiero ser bien claro con esto: acá no hay ningún desprecio personal. Por el contrario, se reconocen tanto los méritos de quienes lograron construir una democracia, de quienes lograron que en Chile millones de personas salieran de la pobreza, pero sobre todo, se reconoce el mérito de quienes, dentro de este modelo, lograron cambiar la situación económica de su familia: gente que nació en la pobreza y logró llegar a una condición de clase media.
La diferencia que yo tengo con estos 30 años, es que, para mí, no fue gracias al modelo que Chile logró avanzar. Sino que fue gracias a que el minero estuvo demasiadas horas en la mina, el panadero estuvo demasiadas horas en la panadería y la persona que hace aseo estuvo demasiadas horas haciendo aseo. La retribución que recibieron por ello, no corresponde al esfuerzo y al mérito que ellos pusieron. Lo que se juega en el Apruebo, es construir las reglas de un país donde la gente sí reciba lo que merece, y no se queden los dueños del capital con todo.
Me causa impresión que a veces el Presidente de la República dice cosas que son lógicas y el mundo pierde la cabeza. Primero, descarto la teoría de que él está viendo que va a ganar el Rechazo, en ningún caso. Algunos dijeron, como gran hito, que se abría la posibilidad del triunfo del Rechazo..., bueno, pero si él es el Jefe de Estado y el Rechazo está en la papeleta, por lo tanto, obviamente la elección se trata de que cualquiera de las dos opciones pueden salir victoriosas.
El Presidente manifestó cuál era su posición con respecto al mecanismo, que es algo muy lógico. Los del Rechazo han dicho que tiene que haber una nueva Constitución, porque hubo un plebiscito que lo dijo. Pero esa misma noche hubo otro plebiscito, que preguntó con qué mecanismo lo haría y salió Convención Constitucional. Por lo tanto, el Presidente dice que no podemos retroceder en un marco democrático que ya nos hemos dado: que las constituciones nuevas se hacen con convenciones electas por la gente.
Se demostró que el Rechazo no tenía absolutamente ningún plan para hacer ninguna reforma. Inmediatamente José Antonio Kast dice “no, yo me quiero quedar con la Constitución del 80″, Chile Vamos dice “no, deberíamos reformar la Constitución del 80″, otros dicen “no, una Constitución nueva”, y otros dicen “una Constitución nueva, pero hecha por un comité de expertos”. Y lo que se mostró, es que, al haber tantas posiciones dentro del Rechazo, la incertidumbre que se generaría ante su triunfo, le haría mucho daño al país.
Hay sectores de este país a los cuales esta Constitución los beneficia. Eso es muy importante que la gente lo sepa para entender el marco en el que se da el conflicto constituyente al cual nos vamos enfrentar el 4 de septiembre. Yo diría que principalmente los dueños del agua, los dueños de las AFP —no sus afiliados— y los dueños de las Isapres —no sus afiliados—, están muy radicalmente protegidos por esta Constitución. ¿Por qué? Habría que preguntarle a quienes la escribieron, y cómo los que la escribieron no se vieron en la obligación de rendirle cuentas a la ciudadanía, no tuvieron que dar explicaciones. Ellos están muy interesados en que no se apruebe la nueva Constitución, porque le devuelve la soberanía al pueblo.
No es que la nueva Constitución imponga una ideología; no es de izquierda: es una Constitución que dice, de ahora en adelante, el pueblo a través de los mecanismos democráticos va a ir decidiendo los marcos políticos en los cuales se mueve. Y no que la junta militar de 1980 decida los marcos en que seguimos viviendo personas que no tuvimos el placer —entre cuatrocientos millones de comillas— de conocerla.
El Rechazo está buscando cualquier cuestión que pueda ensuciar el debate. Cuando se establece el derecho a la vivienda en la actual Constitución, se establece de la forma en que las constituciones más modernas del mundo lo han establecido, que es la obligación que tiene el Estado de procurar que todos los seres humanos habiten en un hogar digno, con un acceso a una ciudad digna, que tenga bienes sociales urbanos, y que la casa tenga condiciones de habitabilidad con un margen digno.
Para el sector económico que defiende el Rechazo, la construcción de viviendas es un mecanismo de inversión. Hace mucho tiempo que en Chile, cuando uno ve el anuncio de ventas de construcciones de edificios y de ventas de departamentos, ya no te invitan a vivir en ese lugar. Antiguamente, cuando estaban construyendo un edificio, había una gigantografía afuera donde había una familia jugando. Ahora ya no aparece gente en los carteles. Ya no te invitan a vivir en ese lugar: te invitan a invertir. Es decir, que personas lo suficiente ricas para comprarse un departamento, dos o tres, o mil, puedan arrendarle a personas que no tienen plata para comprar, usando el espacio donde el Estado podría haber construido una vivienda en propiedad.
No me gusta andar lloriqueando por lo que hace el adversario durante una campaña. Soy más bien proclive a que la campaña se trate de mostrar las virtudes que tendría para la paz social la implementación de este texto. Pero lo que nos estamos encontrando en la calle es que las razones del Rechazo, todas, son falsas. Hay personas y hay dinero detrás de que se crean estas cosas. Y efectivamente hay que está utilizando su posición política y de clase para atormentar a la población con miedos que no son efectivos. Por ejemplo, que se van a expropiar los fondos de pensiones o que la gente que tiene casa propia la va a perder porque el gobierno se las va a quitar.
Las mentiras (fake news) se combaten con la verdad, con cariño. Con un profundo amor a la patria, que es el que nosotros tenemos. Porque si estamos proponiendo el Apruebo, es porque amamos mucho a Chile y a su pasado. Queremos recoger lo mejor de su pasado para enfrentar al futuro.
Al Rechazo lo que más le molesta es que se reparta el texto. Primero decían que los convencionales eran malos. Decían “esta es la Constitución del Pelao Vade”, lo cual es mentira porque literalmente el Pelao Vade no escribió la Constitución. Pero después empezaron con que el texto es malo. Entonces, lo que más les molesta es que se reparta el texto, porque la gente va a buscar dónde dice que me van a quitar la casa y no lo va a encontrar; y en segundo lugar, les molesta que los periodistas se lean el texto. Porque cuando leen el texto al aire, develan que están mintiendo.
¿Por qué apareció José Antonio Kast a defender esto? Porque tiene nostalgia de cuando se implementó la otra Constitución, po. Y la otra Constitución se estableció en una época en que estaban prohibidos los partidos políticos, existía la censura de prensa y cinematográfica. Para publicar cualquier revista o diario en Chile tenías que pasar por la supervisión de una estructura militar, y el plebiscito falso que armaron fue un plebiscito que no tuvo información, que no tuvo registros electorales siquiera. Entonces, Kast tiene nostalgia de una época en que el pueblo no lee y vota como el dueño del fundo le sugiere.
La discusión de redes sociales, de si se podía a la obra del autor con respecto a la cultura de la cancelación, se convirtió en un problema constitucional de Chile. Porque, digamos, hay que ver de lo que no le gusta a la gente de la Convención, qué cosas de ellas hay en el texto. Y yo creo que muy pocas. Justamente, porque las normas que llegaron al texto fueron aprobadas por el 80% de la Convención. Y el 80% no votaba duchándose, el Pelao Vade no fue el 80%. Las normas que llegaron allí no son normas inventadas por los constituyentes: son todas derivadas de movimientos sociales que han estado luchando durante muchos años.
No es lo mismo hacer un cambio de mando entre Aylwin y Frei, que entre Piñera y Boric. Y yo creo que el gobierno lo ha hecho bien. Hay que entender que ha sido un proceso de instalación lleno de turbulencias, como dijo el Presidente, pero que tiene que ver con la distancia de aquello que se está instalando, con aquello que se fue. Son dos formas de ver la vida distintas, son generaciones distintas, partidos distintos, personas que tienen pocos vínculos entre sí.
Hay críticas contra el gobierno que son extremadamente injustas. Dicen ahora que el Presidente está muy preocupado del Apruebo y no de gobernar. Sería una irresponsabilidad por parte del gobierno permitir que haya un proceso constituyente en donde haya un pueblo desinformado. Y nosotros somos radicalmente demócratas: esa es la esencia de la fuerza del Frente Amplio. Para nosotros, que el pueblo esté informado es la mayor potencia para que pueda desarrollarse libre y feliz. No creemos en el despotismo ilustrado, por lo tanto, el Presidente tiene el deber de informar a la gente lo que está pasando.
Que digan que el Presidente no está gobernando... con la minoría parlamentaria que tiene y dentro del contexto de incertidumbre que genera el proceso constituyente, podemos decir que en este período se hizo la mayor alza del sueldo mínimo en 25 años, se estableció la canasta básica protegida, se promulgó el Acuerdo de Escazú, se cerró Ventanas, se aumentó la inversión en investigación y desarrollo, se presentó una Reforma Tributaria que trae royalty a la minería, se hizo la redistribución de las policías, el subsidio a la parafina, a la electricidad, a la bencina, al transporte público. Se hizo la extensión y rediseño del IFE laboral, los créditos Pyme, la recuperación de barrios críticos como Meiggs y el sello 40 horas. Decir que no está gobernando es faltar a la verdad.
Toda la vida me gustó mucho la política. Crecí en una familia donde se hablaba de asuntos públicos. Además, en un ambiente católico y, si bien ya no lo soy ni pertenezco a ninguna religión, siempre en las conversaciones de la casa, fue explícito que la religión que le daba forma cultura a nuestro país, a mi juicio, era incompatible con una sociedad con clases sociales. Me costaba entender —y todavía— que una sociedad sostenida sobre el cristianismo tenga personas extremadamente pobres trabajando para producir la renta de personas extremadamente ricas. Me parecía muy lejano a los valores con los cuales estaba sostenido occidente. Fueron contradicciones que en mi casa se hablaron explícitamente. Eso hizo que me involucrara intelectualmente con la historia de mi país, con las luchas sociales que se habían dado en nuestro país.
Mi papá es de derecha, mi mamá de centroizquierda. Hoy puede no sonar tan fuerte, pero en el año 95 básicamente es tu posición frente a la Dictadura, y tenían posiciones súper distintas con respecto a la política.
Mi abuelo puso una de las primeras querellas por homicidio contra Manuel Contreras. Yo estaba en un colegio de derecha, donde se pensaba que la Dictadura fue algo positivo. Pero mi abuelo, uno de mis grandes referentes, le había puesto una querella por homicidio. Decía que eran asesinos quienes en mi colegio eran salvadores. Entonces, esa contradicción me hizo interesarme en la situación política y, luego de eso, uno empieza a tener inquietudes intelectuales..., te topái con una biografía de Salvador Allende, con una de Miguel Enríquez. En la universidad entré a militar. Primero en el Colectivo Arrebol, que se fusionó con la Izquierda Autónoma, que después devino en el Movimiento Autonomista, y después en Convergencia Social. Pero desde que tengo 18 años que ininterrumpidamente he pagado cuotas de alguna organización política.
La vida me bendijo con el mejor equipo de diputación que alguien podría haber tenido. Tuve mucha suerte de tener un equipo de gente muy lúcida, muy política, muy esforzada y muy clara en por qué estábamos haciendo lo que hacíamos. La mayoría de ellos militantes, por lo tanto, no hacían política a través de la diputación por mí sino por un proyecto colectivo, y eso le da una mística a los espacios que es muy distinta. Y como equipo supimos generar un efecto sinérgico entre dos cosas: tomarse muy en serio las comunicaciones, pensarlas, desarrollarlas; y saber que no se trata de comunicar cualquier cosa. Nosotros estuvimos recorriendo el territorio durante los cuatro años ininterrumpidamente.
La política tiene varias cosas difíciles. Una, está estrictamente relacionada a lo conflictivo, a lo problemático, a los dolores de las personas. Y en general, los problemas propiamente políticos no tienen una solución objetiva, sino que son problemas donde alguien está sufriendo y la forma de resolver ese mecanismo genera un conflicto con otras personas que lo resolverían de otra forma o que tienen intereses que son contrapuestos con aquellos que tú quieres solucionar, ¿cachái? Segundo, el tema de que tienes que absorber la conflictividad propia de la sociedad para poder procesarla pacíficamente. Y eso te deja en un problema: procesarla pacíficamente casi nunca te permite darle el gusto total a quienes estái representando, porque tienes que lidiar con el otro sector, y eso es muy frustrante. Lo último es la exposición: una cosa es pensar la política y otra es hacer política con tu cara y con tu boca. Eso involucra a tu familia y la exposición es muy tensa. A mí la crítica me afecta.
La mayor satisfacción que me dejó la política fue cuando un comité de allegados, con el que trabajo, reunía todas las condiciones para poder adjudicarse la compra del terreno para construir las viviendas.
Una cosa es informar y otra panfletear, y uno tiene que encontrar el equilibrio para poder ser leal a tu público. Todas las redes sociales son distintas. Sentí la potencia que tenían; cuando fui candidato por primera vez era una persona absolutamente desconocida fuera del ámbito de la militancia de la izquierda, pero a la vez sentía que tenía cosas que decir. Y desde muy al principio, empecé a hacer videos para manifestar mis posiciones, mis ideas. Uno tiene que adaptarse a las distintas redes y encontrar la forma de ser uno mismo en ellas. En el caso de Facebook e Instagram, yo subo videos donde hago comentarios sobre historia de Chile vinculada al presente, que es compartir con la gente mi hobbie de manera útil. Algo que he descubierto, que es muy entretenido, es que a mí me gusta mucho todo lo que tiene que ver con teoría de la política, y la gente pide mucho educación cívica, que uno explique cosas. Eso me ha permitido tener un vínculo muy rico, muy especial, que la gente me lo comenta en la calle. Pero requiere mucha responsabilidad.
Soy una persona con mucho sentido del humor, quizá demasiado. A menudo me veo en problemas por eso. En TikTok, que tiene una potencia increíble que uno no puede desaprovechar, me vi obligado a adaptarme a su humor. Y en eso soy bastante boomer, no se me da tan fácil. Pero no podemos desatender ese frente de la batalla cultural. Los primeros TikToks fueron sufridos..., igual tengo ciertas reglas: si bien me gusta bailar, no bailo en TikTok. Bailo en fiestas privadas con seres queridos. Pero no en TikTok..., sí me hago parte de ¿los trends? que no impliquen bailar, siempre poniendo algún contenido político. Los trends me cuestan harto, me cuesta entenderlos además.
Todo el tiempo me planteo cuánto más estaré en la política. Desde el punto de vista personal y humano, porque efectivamente soy de las personas que se la toma muy a pecho. Yo trabajo los fines de semana, porque está el trabajo del congreso, pero también el territorial, el político —yo soy militante—, está el trabajo comunicacional, y la verdad que no alcanza con cinco días a la semana. Eso significa una decisión personal que es bastante ruda, y que tiene consecuencias. No lo quiero plantear como una queja, porque es un costo que he asumido de manera voluntaria, y porque también es muy lindo lo que estamos viviendo. Pero también uno tiene la reflexión de cuánto debería estar uno en cargos de representación, en el sentido de “¿le hace bien al país que la misma persona esté tantos años?”. Y hay una duda: por un lado esa persona desarrolla cierto oficio, pero por otro el recambio también refresca las visiones, y uno se termina acomodando. Yo tengo como mascarón de proa el mensaje de WhatsApp que me mandó mi mamá cuando fui electo: el día que la injusticia me causara una diferencia cerebral, y no en la guata y en la piel, tenía que retirarme para que entrara otra persona a la cual la injusticia le movilizara hasta lo más profundo del estómago. Porque cuando estás demasiado cómodo, no lo puedes hacer bien.
El bromance entre Jackson y Boric está pasado de moda, es del 2011. Lo nuevo es el de Winter e Ibáñez. Todavía no nos regalan cosas, pero nos comentan y nos han hecho edits. Y tenemos un podcast, donde hablamos de política: Ya no so(mo)s igual!
A mis 35 años no tengo 100% descartado que Berizzo me descubra en algún momento. No, en realidad soy muy malo pa’ la pelota, pero me gusta mucho. Soy de esas personas que tienen una desproporción grande entre lo que les gusta el fútbol y lo malos que son. Ser futbolista o músico me hubiera gustado. Pero, para los sin talento, está el derecho. También me gusta mucho la historia como hobbie..., me gustaría quizás algún día dedicarme a eso. Y algo que creo que algún día voy a hacer: fantaseo con ser profesor. De historia o educación cívica, pero de colegio. Hay una parte de mí que siente ese llamado.
Tengo una teoría de cuándo uno deja de ser joven. Son un par de sensaciones que surgen dentro de uno: cuando uno es joven, uno ve la vejez como una película, donde hay un viejo, que es el protagonista, pero es una fantasía. Es un viejito que tiene rasgos físicos parecidos a los tuyos. Cuando dejái de ser joven, no lo ves como una fantasía: lo ves como algo que es efectivamente el día después del día después del día después. A mí me empezó a pasar hace poco. Cuando eres joven no ves la relación entre lo que hacís hoy día con cómo querís estar de viejo. Lo otro brígido es cuando tienes dolencias físicas que ya no tienen arreglo. Por ejemplo, cuando te rompís el tobillo. Y la sensación que da es que mi tobillo, tobilló lo que tenía que tobillar.
Hasta el día de hoy siento vergüenza de cosas que hice o dije siendo universitario. Obviamente no las voy a decir. Pero era muy idealista, militante..., uno tenía una relación con la noche distinta a la que se puede tener de adulto. Y conformaba parte de un mundo que era muy rebelde. Y le agradezco mucho a ese mundo, porque gran parte de mi desarrollo político viene de allí. Tenía el pelo pasado los hombros, usaba muchos aros, y ese tipo de cosas.
Siempre he tenido el sueño de tener una relación más asidua con la cordillera. Soy un poquito rayado con la cordillera. Fantaseo mucho con tener tiempo como para, por ejemplo, cruzar la cordillera a caballo y ese tipo de cosas que la gente hace, y que me parecen muy fascinantes.
Tiene que haber lápices Bic azules, en abundancia, en todos los lugares que habito. Si no, me pongo muy nervioso. Porque, no sé, tengo la ridícula idea de que se me puede ocurrir una idea y no tener dónde anotarla. Pero nunca son tan buenas...
Tengo cábalas ridículas. Por ejemplo, siempre juego con un cuchillo. Y cuando alguien de mi equipo se va, le regalo uno igual, como recuerdo.
Perdí amigos muy queridos y muy cercanos por diferencias políticas. La conformación de lo que hoy llamamos Apruebo Dignidad duró muchos años. Hay gente de nosotros que estuvo 30 años intentándolo, otros 20, yo 15. Y en esos 15, los perdí. Eso me duele mucho.
Una frase que me gusta mucho es: “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno”. Es de un poema de (Antonio) Machado. Está vinculado con que yo soy una persona que tiene una visión ideológica de las cosas, y que además tengo una forma de enfrentar los debates que tiene algo de confrontacional, pero mi personalidad es conciliadora, y de mucho entender. No me cuesta mucho entender a quien está en desacuerdo conmigo. Le puedo tomar cariño a cualquier persona, y esa contradicción me parece que está ciertamente retratada en esa frase.
Soy como adicto a los completos. A veces no quiero comer completos y me como uno porque iba pasando y vi el cartel. Antiguamente pedía completo y en algún momento me pasé al italiano. Y de hecho, en casi todos los viajes, la mitad de ida y vuelta de Valparaíso, incluyen parar en algún lado a comprarse un completo. Para serte franco, tengo la idea de que la palta tapa: el tomate va abajo. La mayo puede ir arriba, que es más clásico, pero yo no estoy tan de acuerdo con que eso sea necesario, porque prefiero que la mayo toque lo más posible el pan, para generar el efecto de humedecer la parte más seca del completo.
Hay dos picadas a las que les tengo mucho cariño. El Costa Brava, que se quemó, así que les quiero mandar un saludo..., como está en el mismo edificio que mi oficina yo comía muy seguido ahí. Y hay una picada en el centro, que se llama Puerto Esmeralda, un restaurant peruano al cual voy mucho, viví muy cerca durante mucho tiempo. Y durante alguna época, además, coincidimos yo y el Presidente viviendo a dos cuadras de diferencia, y por lo tanto, ese era el centro de operaciones. Si usted va para allá, todavía puede preguntar por nosotros, y no pregunte nada más.
Tuve algunos trabajos clásicos, como empaquetador en el verano. Pero antes de ser diputado, era asesor de un diputado: de Gabriel Boric. De hecho, viví un año en Punta Arenas en esa función, y después trabajé en el congreso como asesor del entonces diputado Boric. No me acuerdo en qué gasté mi primer sueldo, lo cual es un dato...
Soy bastante clásico en la música. Bien dado al rock clásico, mucho más en castellano que en inglés en mi repertorio. Hay mucho rock argentino, mucho Charly. Soda nada. También mucha música chilena, con lo nuevo también. Soy más de lo que hubo entre Víctor Jara y Los Prisioneros, pero también me gusta Nano Stern, Mon Laferte.
Uno de los conciertos que me marcó fue en 2002, tenía 15 años y fui a ver a Ska-P en el Víctor Jara. Antes de que Ska-P fuera pop. Cuando era parte de la comunidad punk , antes de que el mundo descubriera el producto y se convirtiera en un producto masivo. Acababa de cumplir 15 años, entonces fue una cosa... y además, cantando canciones como la que le dedicaron a Víctor Jara en el Estadio Víctor Jara. Y cuando tenía 12 fui a ver a Joe Vasconcellos a la Estación Mapocho, y me encantaba, lo encontraba lo máximo.
Son tres los momentos que más recuerdo como hincha de la U. Un gol de Salas al Pato Toledo, que alegaron que estaba offside. El Presidente de la República todavía alega: Presidente, no estaba offside. Vuelvo a enfrentarme al gobierno: el 4 a 1 de vuelta, porque yo decía que tenía esperanza pero en el fondo ya no la tenía, no creía. Y cuando ocurrió, fue increíble. Y obviamente la Sudamericana, que más allá de triunfo, tiene una cuestión que va más allá de la épica: se jugaba demasiado bien, era un placer.
Cuando nosotros aprobamos proyectos de ley en la Cámara de Diputados, yo al Senado le digo el Monumental. Porque la U siempre gana en el Monumental, excepto una ligera mala racha de 20 años. La U tiene un gran rendimiento en ese estadio, exceptuando un pequeño bajón, que está ad portas de terminar.
No estoy exultante de optimismo, pero creo que la U puede dar la sorpresa el próximo domingo contra Colo Colo.
Tengo muchos ídolos en el fútbol. Marcelo Salas, obviamente. El Leo Rodríguez. Le tengo mucho cariño al “Pepe” Rojas, a pesar de que llamó a votar por Piñera, pero creo que fue un jugador que supo querer la camiseta. Le tuve un cariño inmenso al “Colocho” Iturra, porque realmente corría de un lado pa’ otro. En la misma línea le tengo cariño al Mati Rodríguez. Y también a Gustavo Lorenzetti. Ya en otra línea, le tengo gran cariño a Jean Beausejour a pesar de que no es un ídolo azul, para nada, es más bien un ídolo de Chile. Pero me tocó conocerlo personalmente, y es un tipazo. Persona humilde, divertida e interesante a la vez. Y además es una leyenda de la selección. Tengo muchas ganas de tener esos diálogos soberbios que tienen los viejos con los jóvenes. En treinta años más, que un nieto me diga “el carrilero izquierdo que tenemos es muy bueno” y responderle “no, no, tú no viste a Jean Beausejour”. Con respeto al “Queno” Mena igual. Le tengo un cariño particular a Arturo Vidal, porque el barrio donde él creció, y donde juega el Rodelindo, está en mi distrito; entonces, muy a menudo, dentro de mis representados están personas que compartieron con él en su infancia, y eso me hace tomarle cariño. Y aquí viene uno delicado... porque es colocolino: le tengo cariño a Jorge Valdivia. Porque, por más colocolino que sea, su modo de jugar es realmente inspirador, hueón.
Tengo hartas películas de cabecera. En mi infancia me marcó El club de la pelea. Con respecto a cómo está realizada, me fascina Bastardos sin gloria. Pero no es un tema del mensaje: es de los colores, la música, el diálogo, el corte, todo de una precisión quirúrgica. De películas simpáticas, que uno dijera puta qué simpática la película, El secreto de sus ojos. Y de rollo, que me voló la cabeza, El abrazo de la serpiente, que es una película que retrata la condición de ser sudamericano de una manera magistral y desgarradora. La recomiendo.
Protagonicé una película de ciencia ficción y no me avergüenzo de aquello. Estaba en el colegio y tenía una profesora que tenía un exalumno de otro colegio, que le contó que estaba en este proyecto. Ella le dijo que tenía un alumno que hacía teatro, yo, y fui a un casting. El personaje era un clon que no tenía género, por tanto, la mayoría de las personas del casting eran mujeres. Hice el casting, tenía 13 o 14 años, quedé y fue una experiencia entretenidísima. Teníai que disfrazarte, actuar, había naves espaciales y cosas así. Es la primera película de ciencia ficción hecha en Latinoamérica, según los registros o según lo que me dijo el tipo que me contrató. Obviamente no recibí un sueldo, era un proyecto de estudiantes en práctica. Siempre pensé que después de esa película, mi carrera como actor iba a despegar... y sigo esperando.
Miro el horóscopo. De hecho, tengo una mezcla muy rara, porque obviamente tengo la tendencia a no creer en cosas que no se pueden explicar, pero tampoco soy Sherlock Holmes. Igual vivo en Sudamérica..., o sea, igual la mitad de nuestro país cree en el mal de ojo. Entonces, trato de que lo que no comprendo no aceptarlo a secas, pero tampoco descartarlo como un fanático. Soy capricornio y efectivamente me ha pasado que, a veces, dicen cosas de capricornio que digo “ah, puede ser”.
Si pudiera tener un superpoder sería detener el tiempo. Porque te permite pensar antes de actuar, te permite recorrer grandes distancias, mirar las cosas desde otras perspectivas y porque, cuando fantaseo con parar el tiempo, sin dejar de que el mundo exista, podís estar completamente solo, no a razón de que el resto de gente no esté, sino porque está detenido.
No creo en los placeres culpables, los placeres son placeres, ¿no? Pero tengo un montón. Uno que me da plancha es que era bueno pa’ quedarme pegado viendo a Bonvallet.
Con el Presidente nos hicimos amigos después de que ambos éramos dirigentes políticos, a una escala muy menor de lo que hacemos actualmente. Tenemos algunas cuestiones en común, que nos hacen acercarnos muy a menudo; algunas que se pueden contar, como el hobbie por la historia, y otras que no se pueden contar. Y obviamente que verlo como Presidente genera una sensación muy especial, porque tampoco nos vemos tanto: cada uno está en su puesto de combate —metafóricamente—. Pero también porque significa hacer algunas modificaciones, y con esto, quiero ser muy claro: en horario laboral, le digo Presidente.
Si pudiera invitar a tres personas a un asado sería a Violeta Parra, Manuel Rodríguez y Felipe Avello. Creo que los tres son rebeldes. Avello y Parra tienen en común que supieron leer el alma de su pueblo, de distinta forma. Avello, claramente, su talento es encontrar elementos de la esencia del alma de su pueblo. Manuel Rodríguez es un tipo que tuvo unos pedazos de cojones para enfrentar el momento histórico que le tocó, pero si adquiere un tono panfletario del siglo XIX, Felipe Avello lo va a saber agarrar pa’l hueveo. Y Violeta Parra, si se pone con un tono demasiado pesimista, que algunas de sus letras contienen, los otros dos la pueden tirar pa’ arriba.
Gonzalo Winter es una persona que va a votar Apruebo.