El jefe de la cartera de Desarrollo Social, Sebastián Sichel, habló con La Cuarta sobre su trabajo. También contó detalles de su orígenes y la razón por la que lloró en un matinal.
No fue una ni dos sino que varias las ocasiones en las que el ministro de Desarrollo Social y Familia, Sebastián Iglesias Sichel Ramírez (42), tomó su pizarra y se pasó por los matinales enseñando a la población, con peras y manzanas, sobre cómo funcionan los beneficios de Gobierno ante la crisis sanitaria.
Fue gracias a ese trabajo en el que le tocó ser el portador de buenas noticias, y mostrando una faceta más cercana con los televidentes, que se convirtió en el ministro mejor evaluado según la última encuesta Cadem, alcanzado un 58% de aprobación en su gestión.
"Cuando uno hace esta pega es porque tiene que cumplir con la misión que le encomendó el Presidente. Nunca he estado pensando en las encuestas en mi vida, lo que he estado tratando de hacer es explicarle a las personas cómo le llegan lo beneficios", contó a La Cuarta.
Fue a través de la pantalla que en este último mes se dieron a conocer más detalles de su cercanía a la política y también de su vida, como su origen en un entorno humilde y las conexiones con su padre biológico.
"En mi vida fui profesor mucho tiempo. He hecho todas las pegas posibles, desde limpiador de vidrios, hasta ser profesor y ahora ministro, y si de algo me ha servido esa experiencia es que explicar didáctico lo que uno hace es la forma de cumplir con el deber", agregó.
- ¿Estamos conociendo otra faceta del ministro, más emocional? Me pasa que más que yo comentar sobre mi vida me van saliendo por ahí las ventanillas, buscan a mi familia o cosas así. La verdad es que mi vida es lo más común y corriente para una persona de clase media, que se saca la mugre por salir adelante, y me sorprende que para algunos todavía sea tan sorprendente. Yo cuando estaba en el colegio, era uno más de un grupo de 7 u 8 mejores amigos que habíamos sido criados por una mujer sola, y estoy orgulloso de pertenecer a un medio, que como a la mayoría de los chilenos, ascienden en esta vida.
- Su madre lo sorprendió hace unos días en un matinal... Ella es mi compañera de viaje. Como todas las personas tuvo problemas, me tuvo muy joven, se sacó la mugre por sacarme adelante. En alguna etapa estuvimos peleados porque se perdió un poquito en la vida pero se ha ido recuperando, y hoy es súper importante porque me hace mantener los pies en la tierra, me recuerda de dónde vengo, quién soy y cuál es mi prioridad.
Búsqueda del padre
El ministro creció en un entorno humilde junto a su madre y su pareja, Saúl Iglesias, a quien identificó como su figura paterna. No fue hasta los 30 que se decidió por buscar a quien por herencia sanguínea era su progenitor.
"Tuve la oportunidad de buscarlo y conocerlo. A los 30 años me quise casar y tomé esta decisión de buscarlo para poder cerrar mi historia biológica, saber cómo era y a quién se parecía. Después de eso armé una gran amistad que duró más de 10 años, además es el abuelo de mis hijos, entonces fue muy importante para mí como experiencia de vida haberlo conocido, haber ganado una familia nueva y me cambié el apellido también", confesó Sichel.
- ¿Cómo recuerda su infancia? Yo de los 5 a los 17 años me tocó vivir en un entorno más bien de pobreza, en toma de casa y en comunidad porque era una forma de obtener los recursos necesarios y tener una vida más bien informal. Me tocó vivir eso muy de chico y estoy muy agradecido de esa experiencia de vida.
- ¿Qué tan importante es su camino de vida para desempeñarse en la cartera de Desarrollo Social? Me ha permitido saber que tengo que ponerme bototos y estar todos los días en la calle, porque uno de los principales problemas de estar en la elite es la soberbia, creer que tú sabes lo que vive la gente y que sabes cuál es la solución de lo que necesita (...) Me obligo moralmente, y trato de que mi equipo trabaje igual, a estar en terreno, conociendo escuchando, con respeto y con humildad, es básicamente la obligación moral de que para dar soluciones sociales no basta leer un libro, sino que saber y escuchar lo que la gente necesita.