Más allá de sus torres abarrotadas con ropita colgando, el Centro Penitenciario Colina 1 está lejos de ser una cana que intimide.
Con puros internos de buena conducta, el penal cuenta hasta con una cancha de fútbol profesional.
Ahí, a un costadito, encontramos al “Solito”, al “Profe” o a “Cabrera Parra”, las tres formas en que se conoce en el recinto a Hugo Cabrera (51), uno de los precursores en Chile en el robo de camiones blindados.
Y claro, si a partir de 2013 los robos a blindados comenzaron su masificación, con un total de 13 atracos, los que aumentaron a 27 en 2014 y que ya suman 12 en lo que va de 2015. Este delito tiene su inspiración en los reiterados trabajos que realizó Hugo Cabrera Parra a partir de los 90.
Pelotero
Su historia comenzó en las calles de Pudahuel, donde su tremendo talento pa’ la pelotita llamó la atención de los principales clubes del terruño, siendo el Colo el que se quedó con sus amagues
Tras formar parte de las divisiones inferiores del club de Pedreros, les pegó feroz finta y se viró a Brasil, donde fue acogido a prueba por el Sao Paulo. Ahí, y debido a la gran repercusión que tuvo su llegada a tierras cariocas, comenzó su perdición.
“Lo que pasa es que allá había mucho chileno y la llegada de un juvenil chileno no pasó piola. Llegó mucha gente a conocerme y ahí empezaron las malas juntas”, contó.
Pese a que contaba con talento pa’ amasar la pelotita, Hugo Cabrera tenía también una tremenda ligazón con la noche y la vida desordenada. Como era central y cortaba poco, se fue dejando llevar y al poco tiempo ya estaba robando.
“Allá en Brasil conocí a unos húngaros especialistas en el robo de camiones. De ellos aprendí y luego comencé con los atracos”, recordó.
A poco tiempo de su llegada a Brasil, Hugo Cabrera ya había adquirido todita una experiencia en el robo de camiones blindados. Lo peculiar, eso sí, era que el tipo actuaba solo y que aprovechaba su enorme capacidad física para moverse de un lado a otro. “De ahí lo del Solito”, explicó.
Precursor
Sin ni una posibilidad en el fútbol y recientemente diagnosticado como portador de VIH, Cabrera Parra emprendió el viaje de vuelta a casa, donde le pondría bueno a su pyme pistolera.
Sin ir más lejos, en noviembre de 2008 el sociate saltó a la fama delictual chilena, luego de protagonizar un asalto en las afueras de una casa de cambio de El Bosque Norte, donde todos los presentes juraron de guata que al menos tres sujetos habían robado un camión de valores para escapar con 20 palitos.
“Siempre fui muy temerario, y como era deportista me movía súper rápido. Ese día llegué disfrazado de conserje y aproveché el momento en que los guardias se bajaron para empezar a disparar”, recordó.
Dentro de su modo de operar, Hugo Cabrera solía disparar como malo de la cabeza con el fin de botar a los guardias y dejarlos sin capacidad de reacción. Sin embargo, en aquel robo hubo un imprevisto que lo mandó derechito a la cana.
“Yo siempre estudiaba los camiones por al menos seis meses y actuaba de manera planificada. Lo que no contaba era que uno de los guardias tenía conocimientos militares y la capacidad de girar en el aire y dejarme a tiro”, relató.
Pese a recibir un certero disparo en la región torácica, Hugo Cabrera recogió las bolsas con dinero y partió rumbo a casa. En el camino, sin embargo, comenzó a desangrarse, por lo que no tuvo otra opción que entregarse en la Posta.
“Llegué y les dije: soy el pistolero del camión y me estoy muriendo”, chuteó.
Quiere dedicarse a las charlas motivacionales
Tras ser condenado a siete años por el asesinato de Jimena y a otros cuatro por el bullado robo al camión de valores, Hugo Cabrera Parra dice que está “convertido”. Según su relato y el aval de Gendarmería, el temerario pistolero hoy es parte de la Iglesia, trabaja en la biblioteca canera y, además, es ayudante técnico de la selección de Colina 1.
“Me quedan poco más de dos años, pero muchos años de vida. Mi enfermedad está súper bien tratada, mi corazón está tranquilo y he ganado respeto acá adentro (en la cárcel). Los internos siempre me piden consejos, me tratan de ‘profe’ y tengo muchos beneficios”, nos contó el titán.
El “Solito” contó que tiene una pareja y muchas ganas de dedicarse a las charlas motivacionales cuando quede libre. Según él, la experiencia, el encierro y el trabajo duro han hecho de su historia una tremenda herramienta para combatir el mal.
Mató a una adicta a la pasta base
Una de las principales características de Hugo Cabrera Parra en su vida delictual era que actuaba de manera temeraria. Disparaba como loco con su escopeta y no buscaba refugio por más balazos que le llegaran de vuelta.
Pero el hecho que más lo marcó fue otro. Algo más crudo. “La historia de la Jimena me rebasó. Ella era una niña linda, dulce, pero consumida por la pasta. Era horrible ver cómo todos los días la iban a buscar tipos a la casa aprovechándose de su adicción. Ella no quería más, quería morir”, recordó.
Cabrera asegura que tras varios intentos infructuosos por quitarse la vida, un día la chiquilla le pidió que la ayudara a morir. Sin pensarlo, el “Solito” le dio un certero disparo en el corazón.
“Después de eso yo me escapé. Seguí con mi estilo de vida y robando camiones. Hacía un trabajo y me perdía en otros países mientras me duraba la plata”, contó el reo.