La historia detrás del "tesoro" de Juan Fernández

Supuesto botín en la isla de Robinson Crusoe tiene de las mechas a los que quieren entrar a picar con los que buscan proteger el ecosistema. Aquí le contamos dos teorías sobre la riqueza escondida.

La salida del ahora ex director regional de la Corporación Nacional Forestal de Valparaíso (Conaf), Pablo Mira, no dejó a nadie indiferente.

La desvinculación que, según el Consejo de Guardaparques de Chile, ocurrió porque Mira se negó a firmar un permiso de excavación en el Parque Nacional de Juan Fernández, desató una ola de reacciones a favor y en contra de las intervenciones en este lugar protegido por la Conaf.

Pero no se trata de nuevas obras en la isla, sino que de una búsqueda de riquezas que lleva más de 20 años, que fue solicitada por el historiador holandés Bernard Keiser, que desde 1998 sueña con el "tesoro" de Juan Fernández, y que hoy, con el apoyo del ministro de Bienes Nacionales, Felipe Ward, podrá realizar con máquinas excavadoras.

Este acto movilizó a algunos diputados del Frente Amplio hasta la Contraloría General de la República, para solicitar que estos trabajos se declaren como "ilegales", agregando que no descartan una acusación constitucional contra Ward.

Por su parte, Conaf desmintió a través de un comunicado que la salida de Mira haya sido por las excavaciones, y lo atribuyó a un "decisión en base a lineamientos de carácter administrativo", agregando que la búsqueda del tesoro será fiscalizada cuidadosamente.

El alcalde de Juan Fernández, Leopoldo González, también salió en defensa de Keiser. "Él es una buena persona, y siempre ha trabajado bajo las normas legales", agregó.

"Sería bonito que él encuentre el tesoro, así podríamos olvidarnos de malas noticias como el tsunami y del accidente del casa 212. Saldríamos al mundo entero con algo positivo, que le haría muy bien a una estación turística tremendamente valiosa", cerró.

¿Cuál es la historia de este Tesoro? La Cuarta dio con dos relatos que acercan el botín, lleno de oro, plata, y hasta el collar de la esposa de Atahualpa, a las costas nacionales.

Capitán Juan Ubilla escondió sus riquezas en la isla

Según las investigaciones realizadas por el holándés Bernard Keiser, Juan Esteban Ubilla fue el capitán de una flota española que se asentó en Veracruz, México, al  rededor del 1.700. Dentro de sus viajes por el Pacífico acumuló una gran fortuna que comprendía monedas de oro y plata pertenecientes a los grandes pueblos originarios de la época.

La historia también dice que dentro de este cofre escondían incluso el collar de la esposa de Atahualpa, el último soberano Inca. Cuando Ubilla quiso volver a España, su barco habría naufragado y fue azotado por un huracán en las costas de Florida. Y su rastro se perdió. Como en ese tiempo la corona española se vio afectada por los Borbones, decidió esconder su botín en Juan Fernández. Su historia es recordada gracias a las cartas que se escribió con la corona inglesa, que envió, en 1761, a investigar si todo era cierto en un viaje comandado por Cornelius Webb.

Lord Anson tuvo el tesoro en sus manos, pero lo perdió...

Según cuenta el alcalde de Juan Fernández, Leopoldo González, el almirante británico Lord Anson era el dueño de este codiciado botín. "Él era un corsario. Estas personas se caracterizaban por robar. Llegó con su tesoro a la isla y lo enterró por un tiempo. Luego regresa a ese lugar para recoger el oro y partir. Pero en su intento por irse, se le rompió un mástil al barco. Tuvieron que sacar el tesoro y lo enterraron nuevamente. Viajan hasta Valparaíso para arreglarlo. Antes de volver, los tripulantes hicieron una fiesta en una taberna en la ciudad del puerto, donde el dueño escucha que estos iban a hacer un motín para quedarse con todas las riquezas. Él le cuenta todo a Lord Anson, y este le pone combustible al buque y le prende fuego, mientras el huye en un bote a la costa. Todos murieron. Una vez en tierra, Anson hace dos mapas, uno lo manda a Inglaterra y el otro se queda en Chile", contó el alcalde.

Este registro quedó en manos de la familia Cousiño, que le habría facilitado el documento a Bernard Keiser.

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